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LA REPÚBLICA ASEDIADA Autor: Emilio J. Cárdenas (*) |
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Los gobernantes que son semi-autoritarios suelen amenazar a todos con insultos, descalificaciones vulgares, y hasta con desmanes varios. Son especialistas en arte grosero de intimidar. Y en el de evitar que se instalen otras opiniones o se advierta la dimensión real de las mayorías silenciosas.4
La calle siempre tiene, sin embargo, el riesgo del desborde. Como ocurrió en Georgia, Ucrania, o Ecuador. Para prevenirlo utilizan los grupos de choque, de cuyas acciones nadie es responsable. A diferencia de lo que ocurre con el accionar policial, del que la autoridad es siempre responsable. De allí que, desde el poder, descaradamente, se prefiera accionar en las calles contra cualquier oposición o resistencia con los grupos de choque o con patotas y no con las fuerzas del orden, como debiera ser y manda la ley.
Estos gobiernos, nosotros lo sabemos bien, procuran el concurso de los medios, a los que si no controlan directamente, presionan financieramente
o con la política de la distribución de los avisos públicos cual recompensa por la lealtad.
Así eliminan del aire o silencian a quienes son sus críticos y los remplazan por obsecuentes y ponderadores profesionales. Así, lo que aún peor, deforman la realidad, esconden la verdad y se mantienen en el poder.
También para distraer levantan oportunas cortinas de humo, o definen enemigos a los que hay que estigmatizar o radiar.
Respecto de la difícil relación de los políticos con los medios recientemente un joven analista político suizo señaló, con total justeza:
Naturalmente, los políticos pueden lanzarse a la propaganda masiva y a las manipulaciones. Algunos de ellos no se privan de esto. Pero al entrar en la danza del pret-à-penser, engañanalosciudadanos, falsifican la democracia, achatan las instituciones, y corren el riesgo de verse desmentidos por los
5 . Francois Chérix: Un Deseo de Nuevas Repúblicas, Ed. L?Aire, Vevey, Suiza, 2004, pág 20. |