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LOS ABOGADOS Y LA COSA PÚBLICA. DE OBSERVADORES A PROTAGONISTAS Por Martín Zapiola Guerrico
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Realmente es cada día más difícil ser optimista en la Argentina de hoy.Las noticias de todos los días son una fuente de frustración. La justicia no es vista como independiente ni oportuna y muchos crímenes- ya sea de guante blanco o guante negro- quedan impunes. La educación sólo es noticia por los conflictos gremiales de los maestros, los bochazos en masa, los problemas edilicios de los establecimientos o los cada vez más frecuentes episodios de violencia escolar. En el país que alguna vez fue granero del mundo y tierra de promisión, hoy son noticia la desnutrición, el hambre y la exclusión social.
Esta realidad colectiva tan decepcionante contrasta con valiosos éxitos individuales: descubrimientos científicos, creaciones artísticas y logros deportivos en los que el individuo argentino muestra una determinación y habilidad que se encuentran totalmente ausentes a nivel de iniciativas colectivas.
Cuando percibimos que nuestra torpeza e inhabilidad -y la consecuente frustración- se manifiestan en lo colectivo y lo institucional, dirigimos nuestra mirada hacia los funcionarios y dirigentes políticos y rápidamente concluimos: son ellos la causa de nuestros fracasos y de la mediocridad,el atraso y la debilidad que aquejan a nuestra Nación. La sospecha de corrupción siempre sobrevuela los actos de nuestros gobernantes, nos cuesta encontrar señales de racionalidad en las cuestiones institucionales más básicas y en cada cuestión pública vemos intereses particulares -de individuos, partidos políticos o grupos de presión- opacando los objetivos de interés común.
Ahora bien, desde el punto de vista de un ciudadano que además es abogado, este análisis y el recurso exculpatorio de apuntar a los políticos y gobernantes se vuelve complicado. A poco que escudriñamos |