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LOS ABOGADOS Y LA COSA PÚBLICA. DE OBSERVADORES A PROTAGONISTAS Autor: Martín Zapiola Guerrico |
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los antecedentes de cualquiera de estos últimos caemos en la cuenta de que mayoritariamente son abogados: el Presidente y su influyente esposa, diputados y senadores, ministros, secretarios, concejales, ¡la totalidad de los integrantes del Poder Judicial, y casi todo otro posible miembro de la vasta especie político-funcionarial, en gran proporción ostentan una profesión casi tan vieja como la civilización. Son hombres formados en la ciencia del derecho y el arte de la abogacía.
Y no es que esto ocurre sólo actualmente; desde el principio mismo de nuestra historia como República, y antes también, los funcionarios, dirigentes, representantes y gobernantes han sido mayoritariamente abogados, y ello nos lleva a una terrible conclusión: nuestra profesión es en gran parte responsable de cómo están las cosas y por lo tanto los ciudadanos-abogados no tenemos derecho al pataleo y al consuelo exculpatorio.
Continuando con nuestro análisis pasamos a preguntarnos: ¿Por qué la sociedad elige una y otra vez como representantes y funcionarios a miembros de una profesión aparentemente tan poco apta para la tarea que le están encomendando? ¿Por qué los abogados son tan proclives a abrazar la política y la función pública, cuando esta actividad los deja cada vez en una posición más deslucida e impopular? ¿Fue siempre así? ¿Los abogadoshombres públicos de otros tiempos también guiaron al país por un camino de mediocridad y frustración?. La respuesta a este último interrogante es claramente no: un puñado de abogados en la segunda mitad del siglo XIX (entre ellos, Alberdi y Vélez Sarsfield) sentó las bases políticoinstitucionales y jurídicas de nuestra República; y otro puñado de estadistas -muchos de ellos abogados- ayudó a generar con su esfuerzo, dedicación y visión un desarrollo económico, social e institucional que nos puso durante varias décadas entre las principales naciones del concierto mundial.
Alentados por esta evidencia histórica, podemos empezar a entender que hay claras características de nuestra profesión que nos vinculan naturalmente con las instituciones, la política y la cosa pública, y que dicha vinculación puede ser aprovechada en forma positiva. Nuestra formación se basa en el estudio de la dinámica de las relaciones humanas, de las técnicas |