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LA REPÚBLICA ASEDIADA Por Emilio J. Cárdenas (*)
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A fines del 2001 nuestro país enfrentó una de las peores crisis económicas de toda su historia. Una devaluación masiva -desordenadamente provocada en medio de una economía convulsionada- generó en todo el plexo de nuestra sociedad una destrucción gigantesca de riqueza, cuyas lamentables consecuencias fueron distribuidas caprichosamente desde el poder, conforme a pautas definidas en función de los intereses que provocaron la alternativa elegida e impusieron su desigual implementación.
La natural perturbación provocada -en todos- por las consecuencias personales y patrimoniales de lo que, cual sismo, sucedía (a la manera de lo que nos ocurriera previamente, en tiempos de hiperinflación) quizás no nos permitió advertir que a caballo de la dramática situación económica se estaba produciendo también una solapada y adversa transformación política, de consecuencias sumamente peligrosas para la vida de la República: porque fue entonces que se consolidó, en el plano político, la aparición en nuestro escenario político del semi-autoritarismo.
El semi-autoritarismo 1
Los regímenes semi-autoritarios, pese a su gran diversidad, son relativamente fáciles de identificar. Porque, en general, combinan algunas pautas comunes. Esto es: (i) una adhesión -aunque solo retórica- a la democracia liberal; (ii) la existencia formal de instituciones democráticas, aunque caracterizada por su bajo nivel de calidad y por un servilismo institucional generalizado respecto del poder político central real; (iii)
1 . Para entender, en detalle, los múltiples alcances y las motivaciones reales de este tan peligroso como conocido juego político, véase: Marina Ottaway: "Democracy Challenged", 2003, Carnegie Endowment for International Peace, Washington, D.C.
2 . Véase: Emilio J. Cárdenas: Desde la lejana Kiev, un llamado de atención, en Agenda Internacional, No 3, pág 10 y sts, 2004. |