|
LA REPÚBLICA ASEDIADA Autor: Emilio J. Cárdenas (*) |
|
las fechas de las elecciones que acercan o alejan y concentran o desdoblan en función de las encuestas o acontecimientos, según mejor les convenga.
Recurren también a las listassábanas que ellos mismos confeccionan, en función de las que se vota por todos, o no se vota por nadie, por cuanto es -de hecho- absolutamente imposible seleccionar a quien se quiere o no votar. Por esto, precisamente, es que la calidad de la enorme mayoría nuestros legisladores deja realmente tanto que desear.
Montan, además, máquinas electorales y manejan las calles de modo de coparlas y sembrar temores mediante la utilización de grupos de choque o provocación que cuidadosamente movilizan en escuadrillas de colectivos o vehículos prolijamente organizadas con recursos financieros que no pueden disimularse. Con esos grupos atruenan el espacio con gritos y consignas breves, con las que pretenden que de la vociferante repetición de frases hechas, y no del diálogo, puede salir la razón o encontrarse la verdad.
Se trata de este modo de manipular lo que se conoce como la ignorancia de las multitudes, fenómeno que acaba de ser descrito acertadamente por Marcos Aguinis como el instrumento mejor aprovechado por los caudillos manipuladores.
3 . Marcos Aguinis: Qué hacer? Bases para el renacimiento argentino. Ed. Planeta, Buenos Aires, 2005, pág 168.
4 . En palabras de una reciente nota editorial del Diario La Nación, citada en la nota 2, supra : "Hay palabras y estilos "que confunden y matan". Nos referimos a aquellos gestos y aquellas modalidades que no están destinados a estructurar la discusión civilizada de ideas, sino a tratar de abatir o lastimar al adversario. Quienes actúan de esa manera parecen razonar de este modo: "Me propongo destruir a todo aquel que esté en desacuerdo conmigo". Las circunstancias varían de un caso a otro, de un país a otro, pero el procedimiento es el mismo. Y el mal se extiende por el mundo como si alguien se hubiera propuesto imprimirlo en el imaginario de todas las sociedades del planeta. Por supuesto, el mal no se presenta con la misma apariencia en todas partes, sino que adquiere distintas modalidades, distintos arquetipos. Pero, en lo esencial, el procedimiento utilizado es casi siempre así: consiste en calificar, encasillar y etiquetar negativamente a todo aquel que se anime a disentir con ciertos cánones establecidos o que se pretende establecer. La descalificación o la etiqueta varían según el ángulo desde el cual el adversario es analizado. Se lo rotula de "fascista", las fechas de las elecciones que acercan o alejan y concentran o desdoblan en función de las encuestas o acontecimientos, según mejor les convenga. Recurren también a las listassábanas que ellos mismos confeccionan, en función de las que se vota por todos, o no se vota por nadie, por cuanto es -de hecho- absolutamente imposible seleccionar a quien se quiere o no votar. Por esto, precisamente, es que la calidad de la enorme mayoría nuestros legisladores deja realmente tanto que desear. Montan, además, máquinas electorales y manejan las calles de modo de coparlas y sembrar temores mediante la utilización de grupos de choque o provocación que cuidadosamente movilizan en escuadrillas de colectivos o vehículos prolijamente organizadas con recursos financieros que no pueden disimularse. Con esos grupos atruenan el espacio con gritos y consignas breves, con las que pretenden que de la vociferante repetición de frases hechas, y no del diálogo, puede salir la razón o encontrarse la verdad. Se trata de este modo de manipular lo que se conoce como la ignorancia de las multitudes, fenómeno que acaba de ser descrito acertadamente por Marcos Aguinis como el instrumento mejor aprovechado por los caudillos manipuladores. "capitalista", "imperialista", "neoliberal", "racista", "centro-derechista irracional", o "izquierdista", para mencionar solo algunos calificativos denigratorios. La táctica consiste en colocarles "sayos" a todos aquellos a quienes se pretende desprestigiar ante la opinión pública. Todo adversario es de esa manera asimilado sistemáticamente con aquello que se supone es lo "peor", lo "negativo". Con una u otra etiqueta se procura, como mínimo, aniquilar públicamente a quien piensa de otro modo. Y pata lograr ese objetivo nadie, o casi nadie, vacila en deformar o distorsionar inescrupulosamente la realidad. Y hasta se recurre con desaprensión a la mentira....No se trata de convencer, sino de descalificar al otro. No se pretende argumentar, sino culpabilizar. Y, a veces, intimidar....De esa manera se troncha la posibilidad del debate civil y constructivo. O sea la confrontación libre y respetuosa de las ideas y opiniones. Existen muchos cultores de esta oscura metodología. Son conocidos por todos. Pero nadie ha denunciado lo que realmente se esconde detrás de ese método perverso: un intento de cercenar la libertad de opinión mediante deformaciones insidiosas que siembran rencor, resentimientos y hasta odios. La tendencia a debatir limpiamente en paz y armonía es cada vez más una rareza, una excentricidad. Una parte importante de la sociedad parece haber olvidado que debatir no es destruir, sino todo lo contrario?. |
|