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REFLEXIONES Autor: Nota del Director |
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10% más pobre. Esa brecha había sido de 28 veces en el año 2004 y 18 veces en 1994. La misma estadística muestra que el 20% de las personas que perciben ingresos, reciben el 53,6% del total.
La desigualdad en los ingresos, que de por sí muestra una tendencia preocupante, genera comprensibles voces de alarma por el hecho de la persistente pauperización. Ello se debe a que la desigualdad resulta menos tolerable cuanto mayores sean los niveles de pobreza, que desde el 38% en plena hiperinflación en 1989, descendió al 17% en 1994, para luego comenzar a subir hacia fines de la década pasada hasta llegar en el año 2002 a un 57% en todo el país.
La inversión en educación
Ciertamente no se puede ignorar el impacto de la última crisis económica-financiera en los niveles de pobreza, pero parece evidente que también influyen factores más complejos, entre los cuales sin duda juega un papel relevante el déficit de nuestro sistema educacional.
En términos de recursos invertidos en educación, la Argentina ocupa actualmente el puesto 67 en el ranking mundial, con una inversión del 4,3% del PBI. Este gasto está muy por debajo de los países nórdicos cuyos alumnos obtienen las mejores calificaciones en las evaluaciones internacionales de calidad educativa. Así, por ejemplo, Dinamarca invierte el 8,5% de su PBI; Suecia, el 7,7%; Noruega, el 7,6% y Finlandia, el 6,4 por ciento.
Cuando nos comparamos con nuestros vecinos, el resultado tampoco es demasiado alentador. La Argentina está por debajo del gasto que realiza Bolivia, con el 6,3% de su PBI; de México, 5,3%; de Costa Rica, 5,1%; de Panamá, 5,5% y de Paraguay, con el 5,4%. Estados Unidos y Francia invierten el 5,5% de su PBI, y España, Alemania e Italia invierten en educación entre el 4,5% y el 4,9% de su PBI. |