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Reflexiones |
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El país comienza a asomarse al fin de un ciclo político. Cualesquiera sean las expectativas, han quedado excluidas las posibilidades de una reforma constitucional y una nueva reelección presidencial. Es entonces un período propicio para reflexionar sobre nuestro futuro y algunos de los grandes problemas que la sociedad deberá afrontar no sólo durante el próximo gobierno, sino en la próxima década. No hay dudas que la Argentina enfrenta muchos problemas y situaciones a corregir. Me referiré en esta instancia a sólo una de ellas: la corrupción.
La cuestión de la corrupción está íntimamente asociada a la pésima calidad institucional del país; y su corrección (o al menos su reducción) depende consiguientemente de una mejora sustancial en esa calidad institucional. Esto exige primordialmente un enorme trabajo para constituir un Poder Judicial independiente y eficaz, con la colaboración y participación activa de no sólo los demás poderes del Estado, sino también de la sociedad política y civil.
Estamos asistiendo a una proliferación de investigaciones y revelaciones, algunas de ellas de alto impacto institucional, como las que involucran al Vicepresidente de la Nación.
Pero la mejora de la calidad institucional del país trasciende por lejos las situaciones que estamos viviendo que son más bien producto del fin de un ciclo político, donde los mismos jueces designados por el régimen gobernante, y que en muchos casos sirvieron a sus intereses, perciben el cambio, así como el debilitamiento del gobierno, y entonces avanzan en las investigaciones. No es por cierto la primera vez que esto ocurre. El cambio que necesita la Argentina tampoco se agota en el conocido “pase de facturas” que tiende a producirse con los cambios de gobierno, donde las investigaciones y procesos judiciales se concentran en los ex-funcionarios del gobierno saliente e ignoran los nuevos hechos de corrupción del gobierno entrante.
O superamos estos vaivenes y reacciones circunstanciales (hasta espasmódicas), o nos encontraremos en los próximos años transitando en el mejor de los casos situaciones análogas a las vividas durante las últimas décadas.
La pregunta obvia es ¿cómo construir esa mejora de calidad institucional? La respuesta no es quizás difícil, pero sí lo es su implementación exitosa. |