Reflexiones
¿Se puede combatir la corrupción? Quince frentes de ataque
Pros y contras del Anteproyecto del Código Penal
La nueva ley de abastecimiento. Problemáticas constitucionales y legales. Reflexiones sobre la reforma dispuesta por la ley 26.991
La reciente reforma a la Ley de Hidrocarburos
Cómo salimos de la decadencia moral en la que estamos inmersos como sociedad
La frustración del fin del contrato en el nuevo Código
Declaración de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires sobre la ley 26.936 que aprueba el Digesto Jurídico argentino
Dictamen de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires sobre el Digesto Jurídico argentino.
Declaraciones
 


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N° 28.581 ISSN 0325-8955

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  Cómo salimos de la decadencia moral en la que estamos inmersos como sociedad
Autor: Raúl Aguirre Saravia
  beneficiar exclusivamente a los que quieren llegar o perpetuarse en el poder, por el beneficio mismo que esto les ocasiona, sin buscar el bien común de la sociedad.

En cuanto a nosotros como ciudadanos, debemos comprender que la democracia no es sólo votar cada dos o cuatro años, sino ser responsables en cuestiones de calidad de vida por medio de una participación más comprometida, exigiendo acciones y resultados de nuestros gobernantes. Nos hemos quedado en una democracia solo electiva y no participativa. Somos aún inmaduros como sociedad.

Pensar que la Argentina cambiará si triunfa en las elecciones del año 2015 tal o cual candidato es de una inocencia y una banalidad inaceptables en hombres de derecho. Nadie es garantía absoluta del retorno a lo que alguna vez supimos ser como país. Considerar que una sola persona pueda modificar o que han destruido millones de ciudadanos por acción u omisión, es utópico e injusto.

Cómo salimos de este círculo vicioso, en el cual señalamos con el dedo a los otros y difícilmente hagamos una autocrítica valiente y sincera de nuestro accionar individual.

Recuerdo la lectura, durante la crisis del 2002, de un ensayo del checoslovaco Václav Havel llamado “El poder de los sin poder”, que pedía un accionar cívico más comprometido, rescatando la imposibilidad de progresar en lo político sin hacerlo también en el plano espiritual y ético. Hablaba del pluralismo, de la necesidad de generar grupos que compitan entre sí, limiten las acciones de los otros, y cooperen para beneficio mutuo. No a las posiciones que dividan en dos a la ciudadanía, sino adversarios que se enriquezcan entre sí con la diversidad del otro. Mencionaba que no podía existir una democracia sin demócratas, y éste sigue siendo el problema que no llegamos a resolver desde las elecciones de 1983.

No somos sencillos como sociedad. Somos desconfiados, individualistas, muchas veces soberbios, tampoco con valores y conductas firmes y comprometidas en el bien común. De esta realidad surge nuestra dirigencia, razón por la cual, cuestionarla puede ser considerada en forma consciente o inconsciente como una autocrítica.

Cuando nos referimos al pueblo siempre es un sujeto ajeno. Son los demás los que votan al kirchnerismo, los que eligen el subsidio al trabajo, los que no comprenden las consecuencias a largo plazo de estas ventajas. El pueblo es el ignorante, pero cuando por ejemplo tenemos por delante un fin de semana largo, no dudamos en irnos a la costa ni le recordamos a nuestros hijos qué fecha patria se está dejando de celebrar. No somos el pueblo pero actuamos de la misma manera.

El populismo manipula las masas pero nosotros nunca estamos masificados. Asumir que somos parte del rebaño sería un acto de humildad. Eso que suele llamarse “culpa” y que usualmente la tienen los demás a qué nos hace acordar? Decimos que la gente no sabe votar con la misma impunidad que nuestra actual Presidente le imputa a los grupos hegemónicos los males del país. En ese sentido, las distancias no son tantas y la brecha entre el vértice y la base de la pirámide se acerca.

¿Quiere decir entonces que ya estamos condenados? Depende, no sólo de la conducta de los ciudadanos un día de elecciones sino de una transformación muchísimo más profunda que poco tiene que ver con las ideologías, quién encabece las encuestas o resulte ganador en un comicio. Depende de la valentía y las ganas de vivir distinto que haya en nuestra ciudadanía, que incluye a cada uno de nosotros.
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