|
Reflexiones |
|
La sucesión de una serie de acontecimientos a lo largo de los últimos años nos obligan a nuestro pesar a reflexionar sobre el avance del narcotráfico en la Argentina.
Desde hace más de cinco años vienen produciéndose hechos que constituyen señales inocultables de alarma respecto de una situación que si bien ya existía, se ha agravado en forma muy preocupante. Ello, a punto de convertirse en uno de los mayores problemas que deberá resolver la Argentina, si han de evitarse los graves males con serias repercusiones en lo institucional, corrupción y violencia, que derivan de convertirse en un estado dominado o al menos influenciado significativamente por el narcotráfico.
Por empezar, es innegable que la Argentina ha dejado de ser un “país de paso” de narcóticos para convertirse en un país productor. Esta primera conclusión se desprende de una serie de factores.
Por una parte, las estadísticas que muestran el enorme aumento de droga decomisada en el país y la cantidad de “cocinas” descubiertas. Atribuir este incremento sólo a una mayor eficiencia policial, implica ignorar el crecimiento del problema.
Por otra parte, vienen produciéndose con cierta recurrencia, enfrentamientos armados entre bandas, o asesinatos a plena luz del día y en zonas pobladas como consecuencia de luchas o ajustes de cuentas entre grupos narcos. Estos episodios no ocurrían en nuestro país no demasiado tiempo atrás.
Una mención especial merece la situación de la Provincia de Santa Fe, y en especial de la ciudad de Rosario. Bastan los periódicos y los noticieros de televisión para ver que asistimos a una espiralización de la violencia nunca vista. Con zonas ocupadas, amenazas cuando no atentados a gobernadores, jueces, fiscales, policías y periodistas que incomodan a los narcotraficantes por denunciar o resistir su avance. Santa Fe y Rosario no son los únicos lugares del país asolados por el narcotráfico. A diario, los medios informan de historias horripilantes en el conurbano bonaerense con zonas liberadas, familias tomadas como rehenes que son despojados de su casa y pertenencias por las bandas narco que los usan como aguantaderos, frente a la pasividad o impotencia policial, para no mencionar tiroteos y otros hechos de violencia.
El problema es por si mismo suficientemente grave. Pero la Argentina presenta una situación de riesgo mayor, pues con sus altísimos índices de corrupción e instituciones débiles, constituye un terreno fértil para la propagación y fortalecimiento del narcotráfico que cuenta con siderales sumas de dinero para corromper todos los estratos del Estado y de la sociedad civil. |