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LA QUERELLA DEL GOBIERNO NACIONAL EN EL CASO PAPEL PRENSA: REFLEXIONES PRELIMINARES Autor: Emilio J. Cárdenas. |
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El entonces Ministro de Economía nazi, Hjalmar Schacht, fue absuelto.24 También los Ministros Hans Fritzsche y Franz von Pafen. Su pertenencia al gabinete nazi no fue considerada suficiente (per se) para condenarlos por los crímenes de lesa humanidad del régimen.
A modo de conclusiones preliminares
Parece obvio que el final de este inédito episodio sólo se dilucidará cuando la justicia, en su momento, dicte su pronunciamiento definitivo.
Por el momento, sin embargo, flota la sensación de que podemos estar -quizás- frente a una enormidad cometida por aquello de que el fin justifica los medios. Si ello fuera así, el Estado, actuando perversamente, habría faltado groseramente el respeto a algunos de sus ciudadanos. Lo que no sería demasiado sorprendente, desde que es el mismo Estado que ha edificado un notorio rincón de impunidad para quienes -desde la subversión y violando las garantías establecidas por las Convenciones de Ginebra de 1949, que son derecho interno en la Argentina desde 1957, como si ellas simplemente no existieran- atentaron contra civiles inocentes durante la década de los 70. Y dejado a sus víctimas desatendidas.
Si la acción que comentamos resultara -al final- una aventura, ello implicaría haber violado las reglas sobre las que descansa la conciencia de los gobernantes respecto de cual es su responsabilidad, minado los cimientos de su propia autoridad. El priorizar la conveniencia en el dominio político y la ambición que emana de los intereses, se habrían pervertido las reglas básicas del manejo de la cosa pública. Las apariencias de una democracia que no es tal habrían enmascarado la realidad y un gobierno habría así defraudado el respeto que debemos tener respecto de nuestros conciudadanos, por igual.
Las autoridades deben actuar siempre en función del bien común. No de sus intereses. Esto supone entender que no son mandatarias de las muchedumbres, ni de sus resentimientos o deseos de revancha. Ni de sus ambiciones particulares. Son mandatarias que deben actuar ecuánimemente respecto de todos, incluyendo de aquellos con quienes circunstancialmente no se comulga porque, en cumplimiento de sus deberes republicanos, critican su accionar, en ejercicio de un deber esencial de vigilancia republicana.
La civilidad, decía Edgard Shils, es simplemente el respeto básico por la dignidad y el deseo de dignidad de las demás personas. Por eso exige que se trate a todos como iguales, en términos de respeto. Por eso es también un evangelio de conducta política que, cual código, debe proteger al ciudadano respecto de la arbitrariedad y mala fe. 25
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
24 Véase: Joseph E. Persico, op. cit supra nota 10, pág. 399. Schacht fue el primer absuelto, luego de diez veredictos de culpabilidad. Por eso Persico señala que ello ocurrió cuando “había comenzado a parecer que el juicio era solo un ejercicio elaborado de venganza”. Schacht había, desde el primer momento, sostenido que sería absuelto.
Durante el proceso Schacht había dicho que Hitler era una persona amoral y que Goering era inmoral y un criminal. Sobre el último agregó: “La obtención de poder político era para él una forma de enriquecimiento personal y de vivir bien”. De allí la diferencia de calificativos empleados, posiblemente. Véase: Robert E. Conot, op. cit. supra nota 10, pág. 399.
25 Edgard Shils, en “The Virtue of Civility”, Liberty Fund, 1997, págs 330 et seq. |