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REFLEXIONES Autor: Director |
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Cuando la Corte Suprema revocó una decisión judicial que había desconocido los fueros parlamentarios de quien había sido elegido diputado a fin de mantener su detención, se produjo un coro de expresiones políticas tendientes a que el juez de la causa en que se investigaban los hechos en los que se acusaba al ex-comisario solicitara su desafuero. En este contexto se virtieron una serie de expresiones públicas, cuanto menos desafortunadas. Por ejemplo, el ex Presidente Kirchner consideró que el acusado en este caso era quien debía probar su inocencia, y el actual Ministro de Justicia consideró que la Corte Suprema carecía de imperium para hacer cumplir su decisión si el Congreso se resistía.
Tampoco resulta alentadora la reciente ley que modificó el sistema de elección de jueces subrogantes. En ella se otorgan facultades desmedidas al Poder Ejecutivo para confeccionar las listas de candidatos a subrogantes, sin límites temporales para las nuevas subrogancias, por lo que esos jueces pueden permanecer en sus cargos hasta que el Poder Ejecutivo decida enviar al Senado para su acuerdo, los pliegos de los titulares de las ternas propuestas por el Consejo de la Magistratura.
Igualmente preocupante son las propuestas en el seno del Consejo de la Magistratura de que la evaluación de los candidatos para ser designados jueces se basen en criterios subjetivos y se elimine el anonimato en los exámenes.
Doble comando
Los diversos analistas políticos han venido señalando una circunstancia, que si bien se había insinuado durante el desarrollo de la última campaña presidencial, se ha tornado notoria.
Ella consiste en la percepción cada vez más generalizada de que la decisión final en la conducción de los asuntos públicos no está en manos de la actual Presidenta, sino en su cónyuge y antecesor en el cargo. |