|
Estado Fallido y Estado enemigo. Notas sobre la persecución institucional a los ciudadanos Autor: Carlos A. Manfroni |
|
aumenta desproporcionadamente trabando todas las iniciativas particulares, de la misma manera que el control sobre los poderes se distorsiona en perjuicio del Estado de Derecho. La corrupción en la Argentina no constituye una multiplicidad de hechos aislados, por numerosos e importantes que ellos fueran, sino una verdadera política de Estado –de “Estado-enemigo”, por supuesto; ya que hay sistemas permanentes establecidos para la financiación de la política oficial, el enriquecimiento de los funcionarios y la compra de voluntades.
Otra acción opresiva que no siempre se percibe como tal es el avasallamiento de las autonomías provinciales y municipales. He aquí un caso en el que la conciencia jurídica de nuestro país ha retrocedido. De las luchas encarnizadas por el federalismo hemos llegado a una cierta indiferencia ante la opresión que el Estado central ejerce sobre provincias y municipios, como si se tratara de una cuestión que únicamente afecta al gobernador o al intendente de turno. La realidad es que la potestad de vivir en una comunidad local autónoma representa también un derecho esencial, ya que, generalmente, la participación en la solución de los problemas más próximos y elementales es la única forma de participación política que está al alcance de casi todos los habitantes. En los Estados Unidos, donde existe un creciente desinterés por la política nacional, se registra, en cambio, desde los primeros tiempos, una participación política ferviente en las alcaldías y condados. El ciudadano que tiene una conciencia política afinada comprende que sólo puede ejercer adecuadamente sus derechos frente a una estructura de poder reducida en sus dimensiones, como es un municipio, y que si ese municipio no posee los medios de hacerse valer frente a los poderosos engranajes del Estado nacional, los derechos individuales terminan siendo avasallados.
Piquetes e inseguridad: dos casos que parecen lo que no son
Alguien podría responder a nuestra argumentación, que la caracterización de “Estado enemigo”, para la Argentina, se derrumba frente a los casos de las restricciones a la libertad de circular que resultan a consecuencia de los piquetes, como así también de la inseguridad imperante desde hace varios años, por efecto de la delincuencia callejera impune. La ausencia o falta de acción del Estado ante esos dos flagelos podría hacernos |