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Reflexiones
Autor: Nota del Director |
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La incesante acumulación de poder por el Gobierno fue nuevamente convalidada por el Congreso con una nueva prórroga de la emergencia económica hasta el 31 de diciembre del 2011. Con ello, el Poder Ejecutivo se asegura el mecanismo para continuar gobernando sin control parlamentario hasta el fin de su mandato en temas cruciales como la fijación de tarifas, la renegociación de contratos de servicios públicos, el reordenamiento del sistema financiero, etc. Con esta nueva extensión de la prórroga, la Argentina habrá logrado mantenerse en situación de “emergencia” por nada menos que diez años.
El clima de creciente crispación social
Igualmente serio es el clima de confrontación y crispación que promueve el gobierno. Ello ocurre a través de diversas vías, como por ejemplo, ataques y duras descalificaciones verbales por las más altas autoridades, la utilización de los movimientos piqueteros para resolver disputas derivadas del distribucionismo selectivo que emanan de las políticas clientelistas del gobierno, la justificación de estas conductas desde la propia Presidencia de la Nación, y la exacerbación de conflictos sindicales.
Un caso particularmente grave fue el de la empresa Kraft. La planta de Kraft fue tomada por miembros de un sindicado durante semanas. En ese período, se cometieron graves delitos: empleados y ejecutivos fueron privados de su libertad; varios trabajadores fueron agredidos con armas blancas por quienes lideraban la ocupación; se destruyeron bienes e instalaciones de la compañía, y se cometieron una serie de actos vandálicos que exceden manifiestamente la actividad gremial. A ellos se sumó el corte de la autopista Panamericana en varias ocasiones. El Gobierno actuó con una pasividad alarmante no obstante la larga lista de derechos y de garantías constitucionales que fueron violados.
Estos conflictos sociales repercuten directamente en la población que a diario sufre dificultades para llegar a sus trabajos o para desplazarse debido a los cortes en el tránsito provocados por piquetes o paros en el transporte público que ni siquiera derivan de reclamos gremiales.
A ello se suma el clima de inseguridad física creada por una delincuencia cada vez más violenta y que las autoridades insisten en subestimar en un verdadero juego del “gran bonete”.
La corrupción
Mientras ocurre todo esto, se incrementa una “sensación” de corrupción creciente, en la que casi a diario se ponen a descubierto nuevos casos de enriquecimiento inexplicable, maniobras con dineros públicos, cuando no negocios u otras prácticas incompatibles en la función pública.
Lo grave de ello no solo es la cantidad de casos y el alto rango de los funcionarios involucrados, sino también la percepción de un accionar de la justicia ineficaz y a veces pasiva, que no logra sustraerse de la presión de tener que enfrentar al Consejo de la Magistratura a quien el Gobierno utiliza para “disciplinar” a los jueces. Por ello, no sorprende que la Argentina continúe recibiendo “aplazos” en los rankings internacionales que elaboran organizaciones como Transparencia Internacional, donde |
