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Reflexiones |
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Nuevamente, contrasta el coraje de muchos jueces con la de otros sectores empresariales que optan por el aparente menor riesgo (al menos de corto plazo) del silencio, a costa de comprometer el futuro.
Es difícil anticipar el desenlace de este conflicto, y en particular, si ante la evidencia de no poder controlar a la Corte, el gobierno decidirá o no impulsar la ampliación del número de sus miembros con el fin de lograr una mayoría adicta. Claro que ese camino tampoco está libre de obstáculos, pues aún cuando el Congreso aprobase dicha modificación previo a la renovación legislativa de este año, se necesitan 2/3 de los votos del Senado para designar a los integrantes del Máximo Tribunal.
En la medida que la sociedad civil se mantenga cohesionada, sin especulaciones sectoriales ni partidistas, alrededor de los valores y garantías esenciales que consagra la Constitución y los principios republicanos, y el Poder Judicial tenga la fortaleza de perseverar en su misión de garante de las libertades individuales, tendremos la oportunidad de construir una sociedad mejor donde ningún sector intente someter a otro ni perpetuarse en el poder.
Las experiencias de la historia argentina son terminantes en cuanto al fracaso de cada uno de estos intentos y sus consecuencias negativas; es hora que aprendamos de ellas.
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