Reflexiones
Camino de servidumbre
Ley anti-antiterrorismo: una muestra más de la expansión injustificada y abusiva del derecho punitivo
El Arbitraje en el Proyecto de Unificación Legislativa
Una Jornada Intrascendente: A propósito del debate en el Senado de la Nación de la ley de expropiación de YPF S.A.
Sobre el comienzo de la existencia de la persona
Algunas advertencias sobre el Digesto Jurídico Argentino
Seguro de caución para garantías judiciales
Declaraciones Públicas
 


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Dr. José A. Martínez de Hoz (h)

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N° 28.581 ISSN 0325-8955

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Camino de servidumbre

Por Héctor Huici

  “Cuando vea que el comercio se hace no por consentimiento de las partes, sino por coerción, cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada, cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare en que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse que su sociedad está condenada” (La Rebelión de Atlas, Aynd Rand)

Todos los días asistimos a algún nuevo desborde institucional. Un vasto intercambio de mensajes de texto de un juez con un letrado en una causa en la que se investiga al vicepresidente de la Nación en aparente intento de ayudarlo en su defensa y descalificando las pruebas del fiscal de la causa; fallos de la Corte Suprema que no se cumplen; apelaciones seriales para dilatar el cumplimiento de sentencias de ajustes de haberes jubilatorios realizadas en violación de compromisos internacionales previamente asumidos; jueces que permanentemente se las ingenian para, incluso ante confesiones de parte, archivar rápidamente cualquier investigación de corrupción que pueda salpicar a funcionarios del Gobierno; la inseguridad y la inflación ausentes en los monólogos presidenciales; un intrincado, absurdo y arbitrario sistema para decirle a los argentinos qué pueden comprar, cómo y a qué precio; el permanente cambio de las reglas del juego; el desconocimiento por parte del Gobierno, no ya de los compromisos asumidos por anteriores gestiones –lo que de por sí es grave atento la continuidad jurídica del estado- sino los que él mismo ha firmado; las mentiras del INDEC; el menosprecio a la seguridad jurídica en boca del funcionario “estrella” del Gobierno Axel Kicilloff y la lista podría seguir hasta el infinito. Día a día, los principales diarios del país reflejan las crónicas que a modo de primera página de la historia señalarán en un futuro –en el mejor de los casos- a este período aciago de nuestra historia como de absoluta decadencia institucional y crisis moral. Cada uno de estos episodios puede tener su análisis técnico-jurídico. De hecho en esta misma revista se han efectuado algunos1 No es ello el objeto del presente artículo sino advertir –tomado prestado el título de la célebre obra de Hayek- los riesgos que todo esto entraña para la libertad y la necesidad de redoblar los esfuerzos para en defensa del estado de derecho. Porque en la Argentina de hoy no hay derechos sino permisos, no hay ciudadanos sino súbditos, no hay propietarios sino administradores.

Hay miedo y se busca generar la autocensura. Cada vez es más frecuente en la lectura de los diarios que frente a hechos de la realidad, fundamentalmente en materia económica, los consultados realicen sus declaraciones bajo la condición de que se omita su nombre. Pareciera ser que ponerle nombre y apellido a una crítica al gobierno es

1 Ver por ejemplo, Pinedo, Federico “Las telecomunicaciones y el caso Fibertel” T 70 nº 2 y Bianchi, Alberto “La crisis actual de nuestras instituciones”, T 71 nº 2.
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