Martes, 26 de Agosto de 2008

160º Almuerzo de Confraternidad. Invitado Carlos Pagni

El martes 17 de junio se llevó a cabo una nueva edición de los tradicionales almuerzos de confraternidad. En la oportunidad, el periodista Caros Pagni fue el disertamte invitado. Su presentación se refirió al tema "Análisis político de la actualidad argentina".

Palabras de apertura del Dr. Enrique del Carril

Buenos días a todos, muchas gracias por acompañarnos este mediodía. La invitación es una iniciativa de nuestra muy activa Comisión de Abogados Jóvenes, que ha decidido convocar a Carlos Pagni, periodista, a quien todos acostumbramos leer y cuya agudeza conocemos. Hoy nos va a ilustrar sobre los problemas políticos de estos días. Viene en un momento en que me imagino ha debido cambiar su exposición más de una vez en las últimas veinticuatro horas.

Ahora le daré la palabra a Francisco Barbarán para que presente al expositor, y yo solamente quiero expresar cuál es nuestra preocupación.

Para nosotros lo preocupante es que los acontecimientos que hemos vivido en los últimos dos días, y que ya vienen desde hace casi cien días, están causados por nuestra debilidad institucional. Realmente asombra ver que los diputados, que deberían estar dialogando en sus bancas sobre este problema, estén negando el quórum y en cambio se presenten en los medios de difusión dando consejos e insultando a los representantes del agro porque no se prestan al diálogo, cuando ellos deben ser los protagonistas de ese diálogo que se niegan a llevar adelante. El Colegio piensa que son los poderes del Estado los que tienen que solucionar este problema: el Poder Legislativo porque tiene la facultad propia de establecer impuestos, el Poder Judicial porque tiene la potestad de declarar la inconstitucionalidad de los actos de los otros Poderes. Dejo con la palabra al Dr. Francisco Barbarán

Presentación a cargo del Dr. Francisco Barbarán

Buenos días a todos. Hace ya bastante tiempo que en la Comisión de Jóvenes venía viendo la posibilidad de organizar un almuerzo con el señor Carlos Pagni, y a medida que se fueron sucediendo estos acontecimientos, tanto el Directorio como nosotros coincidimos en que era la persona indicada para venir a explicarnos lo que estaba pasando. Al fijar esta fecha, habíamos pensado en que ahora nos estaría explicando cómo había sido el final de la situación, pero lamentablemente ese final no ha ocurrido aún. Nuestra idea tiene el doble carácter de, por un lado escuchar su visión de la realidad, que hace a través de su labor periodística, y por otro lado apoyarlo, porque sin duda Carlos Pagni representa una elite de periodistas que conjugan pericia profesional con valentía para decir las cosas. De manera que muchas gracias por estar acá, y lo escuchamos atentamente.

Exposición del señor Carlos Pagni

Ante todo le quiero agradecer al Colegio por su confianza en que yo pueda iluminar en algo una escena tan controvertida e inquietante como la que estamos viviendo.
Pienso que lo menos conveniente en circunstancias como las que nos ocupan, es detenernos demasiado en el detalle. Es decir, la exposición que yo pueda realizar ahora habría que corregirla seguramente, o acotarla o llenarla de más detalles, si me concentrara en las particularidades. Dentro de un par de horas habrá un discurso de la Presidenta por cadena nacional, habrá mañana un acto en Plaza de Mayo, etc. Es decir, uno de los problemas que tiene este tipo de crisis es que quedamos sumergidos en un mar de acontecimientos, sin entender muy bien cuál es su orden y cuál es su lógica, como decía Platón que les pasaba justamente a los políticos en el fondo de la caverna, donde confundían las imágenes con las cosas.

Creo que al contrario, si puedo aportar algo es distraernos, poner por un momento entre paréntesis la cantidad de detalles, de particularidades y especificaciones con que los periodistas solemos atosigar a nuestros lectores o a nuestras audiencias, para entonces tratar de percibir cuál es el movimiento más profundo que está ocurriendo hoy en la Argentina, y eventualmente desentrañar cuáles son los problemas más importantes y en todo caso plantear alguna hipótesis sobre cuál es su dinámica, su lógica, su ley de formación. Porque eso normalmente nos posibilita plantearnos algún escenario, es decir de alguna manera prever, que es lo que todos queremos en una realidad que se ha vuelto tan cambiante como la de estos días.

Yo creo que el código genético de esta crisis, está inscripto en la elección del 28 de octubre del año pasado. Si miramos con detenimiento los resultados de esa elección, nos encontramos con que están ya inscriptos allí muchos de los factores que han impulsado esta crisis de gran magnitud. Digo eso primero porque hay un número al que debe prestársele gran atención, que es el 45% que obtiene la Presidenta para consagrarse. Es un porcentaje muy importante, sobre todo si consideramos que el segundo está como a 20 puntos de distancia; es decir es un volumen de votos que le permitiría al gobierno realizar una gran convocatoria con éxito, sea a sectores políticos, económicos o sociales. Le permitiría sugerir, llevar adelante y gestionar una agenda en la cual el propio gobierno pudiera establecer los temas más importantes de discusión en el país; podría por ejemplo alcanzar una cantidad de acciones legislativas con éxito, con gran rapidez, con mucha eficiencia. No hubo gobierno desde 1983 hasta la fecha que haya tenido el potencial legislativo que tiene éste. Sin embargo, todo esto que es cierto debe ser acotado o matizado; es la peor elección de un presidente desde el año 83 hasta la fecha si uno exceptúa la elección del propio Kirchner en el 2003, lo que además puede ser significativo si tomamos en cuenta que es un gobierno al que le tocó –por acción o por omisión– disfrutar de números de carácter socioeconómico espectaculares: niveles de crecimiento, la reducción de la pobreza, del desempleo, etc. Es decir, es más llamativo que no haya llegado, como estaban acostumbrados por lo general todos los candidatos desde la transición democrática para acá, al 50% o más de los votos.

Pero el dato central es que el 45% es un porcentaje extraordinariamente insuficiente para un estilo de liderazgo como el que venían llevando adelante los Kirchner. Y una de las cosas llamativas que sucede en estos días es que, en lugar de haber leído ese número como una especie de mandato para el diálogo, de mandato para reconocer la existencia del otro, la existencia de ideas y expectativas distintas y de una pluralidad que no está por completo encerrada en ese número, este gobierno decidió por lo contrario profundizar su estilo de liderazgo. Para decirlo de manera muy sencilla: si uno quiere lograr la aprobación de una ley, o alcanzar determinado pacto económico-social como soñaba la Presidenta, a partir del 45% de los votos, es muy probable que lo logre. Ahora, si quiere enviar a D’Elía o a sus matones a la Plaza de Mayo o a la Quinta de Olivos para disolver una manifestación de caceroleros, o mandar a un subsecretario de Comercio a tirar por la ventana a un gerente de una empresa privada, el 45% es un número absolutamente insuficiente. No abro juicio de valor, pero digo que para ser un gobierno con esas características de liderazgo; se necesita el 70% de los votos. Y creo que en esta dis-coordinación, en este desfasaje, hay un dato muy importante que no ha sido analizado suficientemente por el gobierno, y que causa cada vez más irritación, en la medida en que emite señales cada vez más claras de que en vez de aproximarse a ese nuevo espíritu que debería haber surgido de las elecciones del 28 de octubre, se aleja cada vez más de él.

En segundo lugar, hay un dato en las últimas elecciones nacionales, a mi juicio más importante que el anterior, y es el formato de la elección; es decir, la alineación social del voto. El 28 de octubre fue algo así como un cacerolazo silencioso o técnico, que adelantaba ya los cacerolazos que estamos viviendo ahora. Fue muy llamativo el repudio de la clase media urbana al programa y a la candidatura que le ofrecía el gobierno. Esto esconde un mensaje muy importante, y es que los sectores medios urbanos entendieron, que la solución o la propuesta que le ofrecían los Kirchner para el proceso de modernización política pendiente en el país no era la más adecuada, y que por lo tanto la crisis que se había abierto en el 2001 todavía no se había cerrado; creo que es éste el problema central en que nos encontramos inmersos. Que hubo una especie de ilusión de solución, hubo una especie de fantasía de que aquella herida se había cerrado, y sin embargo estamos de nuevo ante la evidencia de que tenemos un sistema institucional y un diseño político muy insuficientes para los problemas presentes, con el agravante de que ya dejamos detrás la crisis económica del 2001/2002 y nos aproximamos ahora a otra crisis, sin haber restaurado el instrumento de la política.

Este malestar de los sectores medios expresado el 28 de octubre de 2007 tiene una significación especial en el caso de los Kirchner y de la Presidenta. Porque como ustedes saben, este gobierno estaba especialmente llamado a sintonizar con la clase media urbana. Primero, porque llega al poder en un contexto histórico en el cual esos sectores habían entrado en ebullición y habían realizado manifestaciones de malestar muy dramáticas, que muy pocas veces se producen en los países, como esta que estamos viviendo en estos días. Tiene que hacer muchas cosas malas la política para lograr sacar a la gente enardecida de sus casas. Quiere decir que había una demanda histórica al momento en que le toca llegar al poder a Néstor Kirchner, de reparación de las relaciones entre la política y los sectores medios.

Pero además, si ustedes recuerdan cómo fue la generación de esta candidatura, van a reconocer que fue como parte de una jugada de Duhalde que imaginó que había que dotar a los sectores medios urbanos, ya enemistados con Menem, de un candidato como el que ya no les proveía ni el radicalismo ni la Alianza, que habían colapsado en el gobierno de De la Rúa. Y la jugada se completaba con un ballotage que se iba a lograr deliberadamente, un objetivo en sí mismo, en una jugada muy acompañada por la justicia federal –la Dra. Cervini de Cubría que convalidó la suspensión de las internas en el PJ. Vuelvo al argumento, y digo que la jugada de Duhalde consistía entonces, al detectar que había una gran masa electoral vacante porque el radicalismo ya no le ofrecía representación, en dotarla de un candidato peronista que le cortara el regreso a Menem, mediante un ballotage que Kirchner hubiera ganado seguramente por 60 a 40 ó 70 a 30, cosa que el mismo Menem reconoce y por eso se retira.

Quiere decir que Kirchner era un candidato descentrado respecto de la base electoral tradicional de su partido y estaba obligado más que nunca a sintonizar con sectores sociales que al peronismo, tradicionalmente, le habían sido esquivos. En esto consistía la clave de su éxito o su fracaso. Lo que nos viene a decir el 28 de octubre pasado, es que ese fracaso aconteció.

El gobierno llevó a las elecciones a la figura de la señora Cristina porque pensaba que expresaba mejor que Kirchner esa posibilidad de reparación política que volviera a seducir a los sectores medios, porque habían empezado a verlo a Kirchner como un dirigente sospechoso para esa operación. Pero recibe un rechazo que vuelve a la base electoral del peronismo, a una especie de perfil pre-cafierista. En los 80 el peronismo le había abierto la puerta a los sectores medios por la renovación encabezada por Cafiero y tantos otros, y en los 90 Menem le había abierto otra puerta también de vinculación con sectores sociales ajenos, porque combinó dos cosas que estaban peleadas históricamente: el peronismo y el mercado. Ahora curiosamente los Kirchner, que son de toda la colección de dirigentes peronistas últimamente conocidos los que más llamados estarían a sintonizar con los sectores medios, terminan en una operación electoral por la cual la señora de Kirchner es presentada a los comicios como una especie de Sigolen Royal, ¡y el espejo de las elecciones les devuelve el rostro de Chiche Duhalde!

A partir de aquí hay varias cosas para observar. Hay que agregar otro dato para la comprensión del fenómeno y es que, al contrario de lo que esperaban, no sólo se produce el rechazo de los grandes centros urbanos: Capital Federal, Rosario, Córdoba, Mar del Plata, La Plata, Bahía Blanca y todo el cordón norte del conurbano, sino que además la Dra. Kirchner obtiene más votos allí donde son más agudas las necesidades básicas insatisfechas. Es decir, su gobierno se asienta en los sectores “subsidio-intensivos” de la Argentina, digamos de las provincias del Norte y del conurbano bonaerense, denunciado por ella misma como la mafia que acompañaba al “padrino” del año 2005.

Yo creo que de aquí hay que sacar una cantidad de conclusiones e identificar una cantidad de factores que están operando hoy con mucha fuerza en la política. Porque si uno tiene en cuenta estas características de la elección que dieron origen al poder de este gobierno, va a advertir que hay componentes de irracionalidad objetiva hoy en la operación del gobierno. En primer lugar hay que preguntarse por qué si el poder de Kirchner pretendía esa renovación o ese giro, pretendía volver al espíritu que se habían planteado ellos en su discurso original de recomposición de la política, en vez de hacer eso y tratar de reconquistar a un electorado que le había dicho que no, por qué se replegó tanto sobre sí mismo. Creo que hay una respuesta bastante clara, la única que se me ocurre, y es que Kirchner advirtió que detrás de ese impulso de renovación política que pretendía parte de su mismo grupo, y que señalaban a su esposa como la que mejor lo podía llevar adelante, había un movimiento sordo, muy fuerte, de disidencia respecto de su propio liderazgo. Eso debía ser reprimido, y por eso él toma el poder una vez que su mujer es consagrada presidenta, porque sabe que si ese proyecto, que se alimenta en la cabeza de Alberto Fernández, de todo el sector de la transversalidad, que podemos ubicar desde Pampuro hasta Graciela Ocaña, desde Beatriz Nofal hasta Jorge Taiana, es decir toda esa corriente que pretendía un gobierno que volviera del populismo y se ubicara en un casillero progresista, en el fondo lo que anidaba en ese grupo era una especie de vergüenza del estilo de liderazgo de Kirchner. Y él reprime toda esa corriente y desde el día 28 de octubre cuando empieza a armarse el gabinete, hasta la Plaza que lo mostró el otro día apretujándose con los piqueteros de D’Elía, nos da señales cada vez más evidentes de que su grupo está integrado por De Vido, por Jaime, por Moreno, por los sectores que además son los que administran ese sistema subsidio-intensivo que yo les mencionaba recién. Esto motiva una crisis dentro del gabinete, bastante evidente, y un sector cada vez más importante del gobierno siente que éste no es su gobierno, que siguen en él porque muchos de ellos no encuentran lugar en otra actividad u otra forma de vida.

La segunda característica de este resultado electoral es que produce un enorme cambio de alianzas en el gobierno. Ahora los que organizan el voto en el cual se sustenta Cristina Kirchner son los peronistas, que gobiernan el conurbano y gobiernan las provincias digamos más tradicionales, o pre-industriales. A esto, Kirchner lo lee con mucha inteligencia y ve que debe ponerse al frente de los dirigentes que organizan el voto que sustentará a este segundo gobierno Kirchner, inclusive para no correr el riesgo de que otro se ponga al frente de esos dirigentes y se le venga en contra. Entonces, los elementos del radicalismo K, del FREPASO, los elementos más “progre” de la alianza de poder del gobierno, son invitados a pasar a la piecita del fondo y de esa piecita –en la que habían estado amontonados en los últimos cuatro años– son llamados a pasar a la sala los dirigentes del peronismo tradicional, y Kirchner se pone al frente de ellos.

En esta nueva alianza política, tan distinta de la que habían intentado alcanzar los propios Kirchner en los cuatro años de gobierno (transversalidad, concertación plural, etc.), no se produce solamente un cambio de actores o de aliados, sino también un cambio de agenda. Ahora los socios de Kirchner hablan de plata, a diferencia de lo que podía pasar con Chacho Álvarez.

La cuestión fiscal se vuelve a establecer como una cuestión central de la vida pública argentina, en un momento en que empieza a resultar cada vez más evidente que el programa económico oficial muestra signos de agotamiento fiscal, volviéndose cada vez menos financiable. Y se vuelve cada vez menos financiable por una razón elemental, que se explica fácilmente aun para alguien que no entienda de economía, como yo: si yo dejo liberada la inflación en niveles del 30% anual, como todos sospechamos que está hoy como mínimo, pero a su vez quiero mantener controlados determinados precios, sobre todo los de la energía y los alimentos, el subsidio que voy a necesitar para salvar esa brecha es cada vez más grande. Tan grande que para los próximos 3 ó 4 meses el gobierno necesita entre 3.000 y 4.000 millones de dólares, solamente para pagar las cuentas de la luz y del gas. Este problema es el que lleva al conflicto agropecuario, porque las retenciones al campo son una manifestación dramática de los problemas fiscales del gobierno, que se expresan también en otras áreas de la vida pública.

En este sentido, el conflicto agropecuario en su origen y sobre todo en su primer mes, fue algo así como un cacerolazo de segunda generación. Con esta expresión me refiero a que la crisis del 2001 produjo tal miedo en los políticos y produjo tal nivel de miedo en el gobierno de Kirchner y en el propio Kirchner, que a partir de ese momento se llevó adelante una política económica que era viable en la medida en que veníamos de una recesión de cinco años y por lo tanto la capacidad instalada de la economía era muy superior a la demanda que había en aquel momento. Pero se llevó adelante una política cuyo principal objetivo era halagar la fantasía de consumo de los sectores medios, ofrecer alimentos y energía baratos en un mundo donde éstos se han disparado. Todo para reponer el orden político y evitar los cacerolazos. En el fondo fue una política demagógica cuyo principal objetivo era ése; el rottweiler de la clase media urbana que estaba enfurecido, pedía que le dieran algo antes de volver a casa con las cacerolas, y le dieron esa política económica que al cabo de cuatro años empezó a mostrar tal nivel de insuficiencia y de insatisfacción que impulsa segundos cacerolazos.

Claro, la consecuencia de este cacerolazo del campo es muy distinta en este contexto político que yo describía recién que en el del gobierno anterior, porque ahora la cuestión fiscal afecta a los principales aliados políticos del gobierno, que son los gobernadores peronistas, y además pone en evidencia por primera vez algo que todos ustedes sabían pero que no estaba tan visible hasta el conflicto agropecuario, y es que las retenciones no son un método inocuo de recaudación de impuestos, sino que son antes que nada un mecanismo político de dominación y de centralismo fiscal, por el cual los Kirchner consiguen disciplinar a la corporación política, quedándose con plata de las provincias. Ustedes saben que si sobre los 15.000 millones de dólares de retenciones se aplicara el Impuesto a las Ganancias, las provincias recibirían entre 2.500 y 3.000 millones de dólares, que es el déficit consolidado de todas ellas, con lo cual, por ejemplo, veríamos escenas inimaginables: Scioli emancipado! Estos fenómenos que estamos viendo hoy, de gobernadores que tienen que contemplar hundirse su popularidad en sus propias provincias –Capitanich o Urtubey- porque el gobierno los obliga a defender una política agropecuaria que va en agresión directa de sus bases electorales, sólo se explica porque están atados a este mecanismo de dominación que acabo de describir.

La tercera dimensión de este conflicto agropecuario es la que constituye un dato objetivo de irracionalidad, como les decía antes. Cuando hablo de irracionalidad objetiva digo que es muy difícil entender cómo está cuidando Kirchner sus propios intereses. Si Cristina llegó al poder con el rechazo del voto urbano, surge que debió hacerlo con la adhesión del voto rural. Y si miramos los números, se confirma esta hipótesis: sacó el 54% en Chivilcoy, el 48% en Pergamino, ganó por 2.000 votos la provincia de Santa Fe aun perdiendo en las ciudades de Santa Fe y Rosario, así que ganó con los chacareros, con los De Ángeli.

Y aquí es donde estamos ante un problema que ya nos obliga a abandonar el terreno del análisis político para asomarnos a otro tipo de comprensión de los fenómenos, más relacionado con lo psiquiátrico. Es el hecho de sustituir un fenómeno por otro, sustituir lo que es una manifestación de enojo de un grupo de contribuyentes, que hasta ayer venía adhiriendo al gobierno en su gran mayoría por un golpe de Estado organizado por una especie de oligarquía terrateniente y vacuna. Esto es el producto de varias cosas: primero de la no comprensión de un fenómeno muy importante. Si ustedes quieren, desde el punto de vista socioeconómico, tal vez el más importante de la Argentina en los últimos veinte años, que es la revolución agraria, que ha modificado al sujeto agrario, que ha vinculado la ciudad y el campo de una manera en que no lo estaba anteriormente, que ha vinculado naturaleza y cultura, es decir naturaleza y ciencia, ya muy difíciles de distinguir hoy en el campo. Todo eso es un fenómeno que está ligado a operaciones muy concretas, y no solamente que los chinos se pusieron a consumir. Es un fenómeno deliberado que ha realizado el sector agropecuario argentino a través de muchas micro-operaciones, tal cual sucedió a fines del siglo XIX, cuando también hubo una operación deliberada para la comprensión de cómo estaba funcionando el mundo, y de creación de instituciones y de adopción de determinados saberes, con incorporación de ciencia, etc. Ello explica lo que fue el progreso argentino entre los años 70 del siglo XIX y los años 30 del siglo pasado. Estamos ante un fenómeno bastante similar, que los Kirchner es evidente que no comprenden. Un fenómeno que –hay que decirlo– muchos argentinos no comprenden y ha sido muy mal comunicado por sus propios actores.

A su vez, hay una especie de recaída de Kirchner en un mecanismo de comprensión de las cosas al que llamaríamos reduccionismo político, es decir, entender que un fenómeno que se explica por diversas variables uno lo explica por una sola, que es la política, la voluntad de otro contra mi voluntad. Este criterio fue aplicado por Kirchner sistemáticamente en el campo de la energía; por ejemplo, no hay gas porque lo están escondiendo, porque hay una conspiración, etc. Ahora lo traslada al plano agropecuario e intenta ver una conspiración en lo que es una manifestación de contribuyentes, previsible para cualquiera que haya leído la historia constitucional de los últimos cuatro siglos de Occidente. Todos sabemos que el constitucionalismo moderno nace justamente por querer cobrar impuestos, más allá de lo que el monarca absoluto podía hacerlo; la historia está llena de casos como la rebelión frente a aquel episodio. En vez de verlo así, se lo denuncia como un golpe de Estado, y acá es donde yo creo que hay un factor de irracionalidad objetiva.

Hay un libro cuya lectura les recomiendo si es que no lo conocen ya, titulado A Treinta días del poder, escrito por un americano que tuvo acceso a archivos que se encontraron en Rusia en los últimos diez años, donde narra minuciosamente y con gran calidad literaria el mes de enero de 1931 en Alemania, es decir los treinta días anteriores a la llegada de Hitler al poder. Y explica que era imposible que Hitler llegara a la cancillería, y lo explica tan bien que a uno le parece que no va a llegar. Pero después explica por qué llega, y lo hace con la misma claridad. Tiene muchos datos de la intimidad del pensamiento de los principales actores, que surgen de esos archivos que el autor llamado Turner había indagado. Y según esta tesis Hitler llega al poder porque todos los principales protagonistas de la vida de Alemania en ese momento tenían una hipótesis equivocada respecto de los otros protagonistas. Todos creían que el otro estaba haciendo algo que aquél ni siquiera se proponía hacer. Y eso constituyó una escena de tal locura que produjo lo que era aparentemente imposible que se produjera.

Y yo creo que es esto lo que estamos viviendo hoy en la Argentina. Existe una incomprensión tan grande respecto de cómo están operando los principales actores del país, derivada del aislamiento y pavorosa falta de diálogo, que no es de hoy sino de hace cinco años, que se está produciendo –como siempre sucede con la paranoia– aquello que se quería evitar. Finalmente, un gobierno que llevó adelante este conflicto para evitar que le quiten el poder, hoy no puede liberar una ruta, no puede anunciar que va a hacer un acto en la Plaza de Mayo. Ha perdido el poder, más allá de que tenga los recursos administrativos y fiscales para seguir manteniéndose en la escena como gobierno. Hoy Cristina Kirchner está con menos del 20% de popularidad, y Kirchner está en un nivel de aislamiento enorme respecto de esos aliados que mencioné, que surgieron de las elecciones de octubre del año pasado.

¿Qué cabe esperar? Yo creo que estamos viendo ya cómo dentro del peronismo no solamente empieza a haber diferenciación, incomodidad. Que esos aliados que se le impusieron al gobierno a partir de octubre pasado ya desean despegarse, porque Kirchner agrede a su propia base electoral, y ahí está la irracionalidad política objetiva. Lo que hay ya además es una operación de coordinación interna para crear una alternativa distinta de los Kirchner en cada vez más dirigentes del peronismo. Una alternativa que muchos ven para las elecciones del 2011, que otros la quieren en las del 2009, y aunque nadie se anima a pensar en una crisis anticipada, ya empezamos a ver señales inquietantes de esa crisis. De hecho, el Vicepresidente empezando a decir que él no tiene nada que ver con esta política, y todos sus aliados radicales que lo empiezan a respaldar en esa postura, y una cantidad de gobernadores que se sienten cada vez más incómodos yendo a la Plaza de Mayo a llevar gente, lo mismo que ciertos intendentes. Y el gobierno que acelera todo ese fenómeno diciendo, “todos estos están armando un golpe”.

No es un buen síntoma lo que estoy describiendo, porque quiere decir que al cabo de siete años no hemos sabido reconstruir el sistema político, seguimos dominados por una escena donde hay un solo actor organizado, y donde el poder fluye según las circunvoluciones y las crisis y las implosiones de ese único actor, sin generar un esquema político que nos permita no solamente tener gobierno y oposición, sino también gobierno y alternativa. En general, hoy los países y las economías en el mundo funcionan adhiriendo a regímenes que tienen gobierno y alternativa, donde los partidos son medianamente competitivos, porque eso hace que quien está gobernando piense que hay alguien que está en posibilidad rápida de reemplazarlo y eso mejora la calidad de los gobiernos y ofrece a la sociedad distintos instrumentos para administrar el poder sin cambios bruscos. Lamentablemente nosotros estamos eligiendo otro sistema, lo estamos eligiendo porque hacemos muy poco para modificar éste –sin nuestra intervención no se va a modificar–. Esto nos condena, a mi juicio, a una especie de ciclo pro-cíclico, en el cual cada ocho años levantamos un semidios, para convertirlo en poco tiempo en maldito. Muchas gracias por su atención.
La Hoja es una publicación del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires