Martes, 30 de Octubre de 2007

Conferencias de Embajadores: Invitado el Excmo. Sr. Embajador Guillermo Rubio Funes

El 3 de agosto tuvo lugar el “Ciclo de conferencias de Embajadores: La diplomacia al servicio de la integración.”. El Ciclo es organizado por la Comisión de Jóvenes del Colegio y en la oportunidad fue invitado el Excmo. Sr. Embajador de la República de El Salvador Sr. Guillermo Rubio Funes quien disertó sobre el tema “El Salvador a los 15 años de la firma de los acuerdos de paz”.


Palabras de apertura del Dr. Francisco Barbarán

Buenas noches. Soy Francisco Barbarán y presido la Comisión de Jóvenes. Desde la Comisión organizamos un ciclo de conferencias y decidimos invitar a diversos embajadores para exponer sobre la realidad de sus países y su historia.

Hoy recibimos al embajador de la República de El Salvador, el Excelentísimo Señor Guillermo Rubio Funes. Él es un embajador con más de treinta años de carrera, que ha participado de misiones diplomáticas en Colombia, República Dominicana, la Argentina y muchos otros países.

Exposición del Sr. Embajador Guillermo Rubio Funes

Muchas gracias. En este año, los salvadoreños estamos celebrando el 15º Aniversario de la firma de los acuerdos de paz, conocidos con el nombre de Acuerdos de Chapultepec. En ese sentido, todos los embajadores que estamos en el exterior venimos realizando una labor, cuando hacemos un enlace con una institución como en este caso es el Colegio de Abogados, planteamos a ustedes lo que significó para nosotros el proceso que vivimos en la década del 80, y que afortunadamente pudimos solucionar.

En la conferencia de hoy voy a referirme a lo que es El Salvador en la actualidad: sus libertades económicas y su esquema republicano, en fin, a todo lo que marca la modernidad del país. Pero, primero, en este encuentro quiero hablarles de los aspectos históricos de El Salvador.

El conflicto interno que vivió nuestro país en los 80 y principios de los 90 fue resultado de la desigualdad social y económica reflejada en la concentración de la propiedad de la tierra y su tenencia en pocas manos, así como la falta de espacios democráticos y la represión que los grupos de poder ejercieron sobre amplios sectores a través de sucesivos gobiernos militares durante cincuenta años. Los continuos fraudes electorales, el cierre de espacios de participación política, la restricción de libertades fundamentales, la violación sistemática de los derechos humanos aunados a la marginación social y a la injusticia económica, constituyeron factores fundamentales que llevaron a una situación de inestabilidad y descomposición política que se tradujo en una polarización creciente de las fuerzas sociales. Frente a esa situación, un grupo de militares que se dieron cuenta de que sería necesario efectuar cambios en la dirección política del país para evitar una confrontación mayor, derrocó al General Carlos Humberto Romero. El 15 de octubre de 1979 cierto número de cuarteles y destacamentos se declararon en rebelión y el último presidente militar de El Salvador abandonó el país rumbo al exilio. Ese mismo día, un grupo de militares golpistas redactaba una proclama que constituye una de las más categóricas denuncias de las injusticias que había conocido El Salvador. En ella se comprometieron a ponerle paro a las privaciones de los derechos humanos y a la violencia política, a tomar medidas para lograr una distribución equitativa de la riqueza nacional, a realizar una reforma agraria, reformas a la banca y al comercio exterior. Después del golpe se formó una Junta Revolucionaria de gobierno, que encontró una situación de gran dificultad: por un lado, las fuerzas de izquierda aglutinadas ya en diversos movimientos de masas seguían manifestándose y tomando edificios públicos para protestar contra la Junta; por el otro lado, la derecha se agrupaba también para oponerse a las reformas anunciadas. Además comenzaron a perfilarse con mayor nitidez las diferencias en el seno de las Fuerzas Armadas.

El ingeniero Napoleón Duarte, quien regresó al país después de vivir varios años en Venezuela, en calidad de exiliado, fue incorporado a la Junta y posteriormente electo presidente de ésta. Luego del asesinato del arzobispo de la ciudad de San Salvador, monseñor Oscar Arnolfo Romero, se intensificó la violencia. Con la intención de detener la escalada de terror, y dado que la crisis político-social continuaba, la Junta decretó la reforma agraria. Según el decreto de Reforma Agraria, toda propiedad individual mayor de 500 hectáreas sería expropiada y entregada a cooperativas, mientras que los campesinos que alquilaban la tierra tendrían la opción de comprarla por plazos. La nacionalización de la banca y del comercio exterior realizada en el mismo mes de marzo de 1980, fue entendida como una medida complementaria a la de la reforma agraria. Al pasar los bancos a manos del Estado, éste estaría en condiciones de canalizar los préstamos a las cooperativas y a los propietarios que se estaban creando en las zonas rurales bajo la reforma agraria.

En ese mismo año, cinco grupos insurgentes, Fuerzas de Populares de Liberación, Ejército Revolucionario del Pueblo, Resistencia Nacional, Partido Revolucionario Nacional, [Interrupción], formaron la Alianza Revolucionaria Nacional (ARENA), de tendencia derechista, que participó en las primeras elecciones libres, que se dieron en la historia reciente de El Salvador, realizadas el 20 de marzo de 1982 para elegir a los integrantes de la Asamblea Constituyente, la que quedó conformada sin mayoría determinante de ninguno de los cinco partidos políticos que participaron en la contienda electoral. Los integrantes de esa asamblea constituyente, eligieron como presidente provisorio, al abogado y economista Dr. Álvaro Magaño. Asimismo, aprobaron por unanimidad la nueva Constitución de la República.

Es de destacar que durante el transcurso de la guerra, la comunidad internacional hizo una oferta de paz en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas, para lo cual ofreció una amnistía general para los delitos políticos, la eliminación de los métodos represivos, la seguridad de un espacio político dentro del esquema democrático pluralista y constitucional.

Duarte alcanzó a realizar tres encuentros con el FMLN pero en ninguno de ellos se lograron mayores resultados. La importancia de estos intentos radicó en que, tanto sectores nacionales como internacionales, hicieron peticiones para que el diálogo se reanudara. Es a partir de 1985 que sectores civiles comienzan, a través de manifestaciones pacíficas, a demandar que se diera una negociación del conflicto. Asimismo, el Secretario General de las Naciones Unidas y el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, emprendieron conversaciones para ayudar a reanudar el proceso de diálogo. Aunque las tratativas externas eran valiosas por cuanto aportaban a la paz y a la seguridad regional, en los países centroamericanos existía la convicción de que los problemas debían resolverse por los propios actores involucrados directamente en la crisis, es decir, a través de los mismos centroamericanos, a través de propuestas de solución regional. De tal consideración surge el Acuerdo Esquipulas II, suscripto por los presidentes centroamericanos el 7 de agosto de 1987, firmado para establecer la paz firme y verdadera en Centroamérica, a fin de favorecer mediante el diálogo, la solución pacífica de los conflictos, contribuyendo a la vez a la generación de las condiciones para impulsar la transición hacia la democracia en determinados países de la región.

El Acuerdo Esquipulas II se constituyó en el inicio del proceso de paz en Centroamérica, al sentar las bases para la restitución de la confianza y la cooperación regional y, paralelamente, coadyuvar en los procesos de diálogo interno y negociación. Este instrumento perseguía en la práctica la promoción de la reconciliación nacional, en aquellos casos donde se produjeron profundas divisiones en la sociedad; la celebración de elecciones libres; la emisión de decretos de amnistía; la exhortación al cese de hostilidades; el cese de ayuda de las fuerzas irregulares o a los movimientos insurreccionales; el no uso del territorio para agredir a otros Estados; el control y la limitación de armamentos; la atención a los refugiados y desplazados; la cooperación para el desarrollo y la verificación y seguimiento internacional para el cumplimiento de los acuerdos.

Respecto a los acuerdos Esquipulas II, sólo quiero hacer una mención: en primer lugar ésta es una solución regional, tal como lo dije anteriormente, estamos cumpliendo veinte años desde que se celebró esta reunión. Dos de los presidentes que suscribieron a él ya fallecieron, Napoleón Duarte de El Salvador y Azcona Hoyos de Honduras; están vivos Arias Sánchez, de Costa Rica, quien es de nuevo presidente en la actualidad, Daniel Arias, de Nicaragua, quien es nuevamente presidente y Vinicio Cerezo de Guatemala.

Después de veinte años, Vinicio Cerezo hace una denuncia, porque dice que el Premio Nobel de la Paz se le debía haber otorgado a los cinco mandatarios centroamericanos. Porque Esquipulas II, que es la base de la concertación de la paz en Centroamérica, debemos recordar que Guatemala tenía un conflicto interno de mayor antigüedad que la de El Salvador, Nicaragua también atravesaba otro conflicto por el tema de los Contras en territorio hondureño, donde estaba la base de los Estados Unidos y se atacaba desde ahí a los sandinistas, y El Salvador que tenía el problema del FMLN; en la práctica sólo Costa Rica estaba exenta de un problema bélico. Sin embargo, Costa Rica también tenía un problema, el de los refugiados, y es por eso que vale hacer una mención especial: cuando se habló del no uso del territorio para agredir a otros Estados se estaba hablando directamente a Honduras, para que desde su territorio no se atacara a Nicaragua. Obviamente hoy, Daniel Ortega hace un reconocimiento a Azcona, pues entiende que no fue Azcona que lo estaba atacando a él, sino los EE.UU., a través de la base militar.

Es interesante conocer la historia, porque en el momento en que se firmaron los acuerdos de paz muchas cosas no se dijeron y curiosamente ahora, veinte años después, Cerezo sale a denunciar esto. Yo como salvadoreño lo desconocía. Vinicio Cerezo afirma que el título para establecer la paz firme y duradera en Centroamérica fue una invención de él. Esquipulas II fue una iniciativa suya apoyada por el presidente de El Salvador, quienes habrían sido los que más trabajaron para lograrlo, entonces, Cerezo reclama que cómo se le ha dado el Premio Nobel de la Paz a Oscar Arias y éste, descaradamente, en el discurso en Estocolmo, sólo hace una leve mención de reconocimiento al esfuerzo de los centroamericanos, pero no dice que fue el esfuerzo de cinco mandatarios para alcanzar la paz.

En marzo de 1989 se realizaron las elecciones presidenciales, ganando por mayoría el licenciado Alfredo Cristiani, del Partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). El presidente electo, en su discurso inaugural, prometió trabajar desde el primer día de su gobierno en la búsqueda de la paz. La propuesta consistió fundamentalmente en una solución política del conflicto.

El compromiso efectuado por el presidente Cristiani generó grandes expectativas, ya que fue precisamente en esa etapa del conflicto que corrieron importantes cambios en el mundo que hicieron predecir un nuevo rumbo en la problemática salvadoreña. Asimismo, el equilibrio militar alcanzado por el gobierno y el FMLN hacía ver claramente que existía una imposibilidad de solución militar. Como aquí hay mucha gente joven, quiero recordar que en 1989 cae el Muro, entonces, eso viene a separar la historia nuestra, porque hubo quienes nunca sospecharon que el muro iba a caer, por lo menos yo, ni imaginaba ver por televisión a los alemanes derribando el muro. Y es importante porque ahí ya aparece una nueva mentalidad, se desploma la Unión Soviética, comienza a desaparecer el enfrentamiento de los Estados Unidos en la famosa Guerra Fría. Obviamente ya la Unión Soviética no pudo mantener la ayuda económica que le brindaba a Cuba ni la asistencia económica también que le daba a los grupos guerrilleros de América Latina. Ese es el aspecto político externo de este proceso, que cambia por los acontecimientos del mundo. El aspecto interno también se modificaba, porque ya desde 1985 la población se estaba manifestando a favor del diálogo, mientras que antes muchos de los sectores de la sociedad salvadoreña se oponían. Había quienes consideraban que los del Frente eran unos comunistas, que había que combatirlos militarmente. Otros dan la opinión de que el FMLN se vio obligado a negociar porque ya Cuba no le podía dar más armas ni dinero, aunque es un error, porque el FMLN tenía suficientes armas. Incluso tiempo después se encontraron bolsones o depósitos de armas en Nicaragua, durante el gobierno de Violeta Chamorro, lo que generó un conflicto diplomático entre los dos países.

En noviembre de 1989, cuando estaba programada una reunión en Caracas viene la ofensiva final, la segunda (la primera había ocurrido en 1981), con el cual el Frente piensa que puede tomar el control de la Capital, porque una vez que cayera la Capital ocurriría lo mismo con todo el país. Pero, la Capital no cae. En primer lugar porque hubo una falla de cálculo del FMLN, que pensaron que el pueblo de la Capital se uniría a la causa, y esto no sucede debido a que la gente ya quiere la paz, está cansada de tantos enfrentamientos. En segundo término, el FMLN comete el error de recibir mucha ayuda de revolucionarios del extranjero, había peruanos, argentinos, haitianos, dominicanos, alemanes, españoles, de todas las nacionalidades. Y, en una capital tan pequeña como San Salvador, la gente veía pasar a esta gente y se daba cuenta de que no eran salvadoreños, entonces se repliega y se pregunta qué está sucediendo.

Congruente con el compromiso, el presidente Cristiani creó comisiones de diálogo para realizar acuerdos de paz con el FMLN. La primera de estas reuniones se llevó a cabo en México, del 13 al 15 de septiembre, de la que surgió el Acuerdo de México, en el que se definió el marco conceptual de las negociaciones y estableció las reglas de procedimiento. Aunque lograr sólo un marco de negociaciones y reglas de procedimiento parece un acuerdo muy pobre, si se tiene en cuenta la cantidad de años que El Salvador tenía de guerras, se puede entender que éste era un paso pequeño, pero un paso muy importante.

Otro de los acuerdos logrados por ambas partes fue el Acuerdo de Respeto y Garantía de los Derechos Humanos, que fue el primer acuerdo político de importancia por el cual ambas partes se comprometieron a respetar de forma irrestricta las leyes y normas internacionales de derechos humanos, y solicitaron que Naciones Unidas cumpliera la función de observación de dicho compromiso con amplias facultades para su constatación in situ. Aunque en el Acuerdo se contemplaba que el ejercicio de la función de la misión se iniciaría a partir del cese del enfrentamiento armado, ambas partes solicitaron al Secretario General de las Naciones Unidas la instalación de la misma, a la mayor brevedad, antes inclusive del cese del fuego, lo que tenía como propósito generar las condiciones de confianza necesarias para avanzar paulatinamente hacia las otras fases del proceso.

Según distintas fuentes de las Naciones Unidas, nunca en la historia de la Organización, específicamente en cuanto a los procedimientos para la solución pacífica de las controversias, se había llevado adelante una labor de observación y verificación tan amplia y sistemática en materia de derechos humanos como en El Salvador.

Es importante destacar que a partir de la experiencia de verificación en El Salvador, Naciones Unidas ha incluido en las operaciones de mantenimiento de la paz y en otras operaciones políticas un componente de derechos humanos.

Otro de los acuerdos importantes fue la Declaración de Ginebra del 4 de abril de 1990, por el que el Secretario General de ONU aceptó interponer sus buenos oficios señalando que llevaría a cabo ese esfuerzo a pedido del gobierno y del FMLN. Dicho acuerdo fue la primera manifestación concreta de la concertación bilateral en la cual se establecieron un conjunto de reglas de procedimiento bajo el cual se desarrollaría el proceso de negociaciones.

La Declaración de México de 1990 fue contentiva de reformas constitucionales sobre fuerzas armadas, sistema judicial y derechos humanos, sistema electoral, que fueron aprobadas por la legislatura que concluyó su mandato en abril de ese año, y que posteriormente fueron ratificadas en la legislatura en 1990 y 1994. En dicha reunión se creó, además, la Comisión por la Verdad, integrada por tres personalidades designadas por el Secretario General de Naciones Unidas, quienes tuvieron a su cargo la investigación de hechos de violencia ocurridos desde 1980. Es importante destacar que estas reformas constitucionales se lograron gracias a la voluntad política de las partes y a la mediación de la ONU, ya que sin ésta, difícilmente se habrían obtenido las reformas, en especial las referidas al nuevo rol de las Fuerzas Armadas y su subordinación al poder civil. En efecto, de todas las negociaciones que se hizo con la guerrilla, el tema más difícil era el de las Fuerzas Armadas, del nuevo papel que se les daría. Porque sin dudas que las Fuerzas Armadas tenían un poder real en el país, ellos ostentaban un poder real. De modo que tratar de cambiar la mentalidad de esas personas era difícil. Para ganarse la vida había dos posibilidades en El Salvador, o ser militar, o ser cura. Y ese era el mensaje que iba pasando a las nuevas generaciones; el que se educaba en un colegio católico seguramente sería cura... O, el ser militar le garantizaba a uno de esa promoción ser presidente de la república Es como si en la actualidad le dijeran a uno: “Mira, debes ingresar a un partido político”, porque la mira es, que de esa generación que ingresó a un partido político, alguno llegue a ser presidente de la república. Esa era la idea que más o menos se vendía en El Salvador.

El 25 de septiembre de 1991 se firmó el Acuerdo de Nueva York que definió los puntos a tratar para llegar al cese definitivo del enfrentamiento armado y que estableció la Creación de la Comisión Nacional para la Consolidación de la Paz (COPAZ), cuya misión fue controlar el acatamiento de todos los acuerdos políticos alcanzados por las partes. En mi caso, cuando fui Destacado en México, tuve la oportunidad de estar en el hotel donde se llevaban a cabo las reuniones, que eran de carácter confidencial. Estaban las dos delegaciones, la gubernamental y la del FMLN. Cuando estábamos hablando del nuevo rol de las Fuerzas Armadas, teníamos que tener la aprobación de los diputados de la Asamblea Nacional, porque es una cuestión de orden constitucional, que implicaba modificar la Constitución de El Salvador. Para hacerlo más dinámico, lo que se hizo fue que dos representantes de cada partido político estaban en el salón de aquí al lado, o sea que tenían que viajar cada semana entre El Salvador y México. Entonces, el intermediario de las Naciones Unidas, Álvaro de Soto, de este salón tomaba los papelitos y se llegaba al otro salón donde estaban los diputados, y venían “los padres de la patria” y decían ‘esto se lo aceptamos, esto no’, la modificación es ésta, porque constitucionalmente no se puede. Ellos se habían llevado a los abogados expertos en derecho constitucional, porque tampoco iban a inventar. Porque lo que ellos decidían ya prácticamente estaba consensuado, y la Asamblea lo aprobaba, porque teníamos la urgencia de que así fuera, debido a que las modificaciones a la Constitución deben ser aprobadas por la siguiente Constitución, caso contrario carece de validez. Si no eran ratificadas por la que estaba terminando, teníamos que esperar el ejercicio de cuatro años más, y no avanzaríamos en nada. De aquí la importancia de la COPAZ.

Finalmente, el 31 de diciembre de ese mismo año, el gobierno de El Salvador y el FMLN firmaron el Acta de Nueva York por la que se acordó la suscripción de los acuerdo de paz que ponían fin a los enfrentamientos armados a partir del 1 de febrero de 1992. La firma se realizó el 16 de enero en el Palacio de Chapultepec, México, DF.

Con la firma de los acuerdos de paz, El Salvador comenzó otra etapa de su historia, poniendo fin al conflicto armado en el que no hubo vencedores ni vencidos, y que durante doce años afectó en diversas formas y grados a todos los sectores de la sociedad salvadoreña. Además del irreparable costo de la pérdida de vidas humanas y lisiados, el conflicto generó un enorme costo económico y social, de los que se han derivado, en la última década, la profundización de los problemas de la pobreza, desempleo e insatisfacción de otras necesidades básicas de la población. Así como el incremento en los niveles de violencia, incertidumbre y temor por el fenómeno conocido con el nombre de “maras”, que son pandillas de jóvenes dedicadas a actividades delictivas.

La firma de los acuerdos de paz marcó el comienzo del largo proceso de transición entre la guerra y la paz. Este proceso de transición, en un primer momento se centró en el cumplimiento de los acuerdos de paz, y en un segundo momento, en la consolidación de las instituciones y sistemas políticos-sociales planteados en los acuerdos. Existieron múltiples factores y condiciones que hicieron posible concertación de acuerdos definitivos entre el FMLN y el gobierno de El Salvador, y la subsecuente ejecución de los mismos.

Posteriormente a la firma de los acuerdos de paz, la labor de las Naciones Unidas se centró en la verificación del cumplimiento de éstos y en la creación y el fortalecimiento de todas las instituciones democráticas. A la vez, supervisó programas de reinserción a la vida civil y productiva de los ex combatientes, el establecimiento del Fondo de Lisiados, asentamientos humanos, indemnizaciones a personal desmovilizado, investigación de hechos relacionados con los derechos humanos, supervisión del proceso electoral de 1994, considerado por la ONU como el punto culminante del proceso de paz. Por primera vez la ONU establecía una misión con tres componentes: división de Derechos Humanos y división militar y de Policía. La función de verificar de las Naciones Unidas cesó el 20 de diciembre del año 2002, lo cual fue informado por el secretario general, Kofi Annan a la Asamblea General.

Para las Naciones Unidas, el resultado obtenido en El Salvador, ha sido tan positivo en comparación con otras intervenciones suyas que se ha convertido en un ejemplo. Es así que la ONU puede aportar su experiencia en la supervisión y organización de un cese al fuego, en el proceso de desmovilización y posterior reinserción económica y social de grupos subversivos en cualquier caso de conflicto interno que se presente en un país miembro de la comunidad internacional.

A quince años de la firma de los acuerdos, se puede aseverar que el esfuerzo realizado por los salvadoreños en el camino de la consolidación de la paz, ha sido extraordinario. Especialmente si se considera que se realizó en un país en vías de desarrollo, con limitados recursos y necesidades crecientes en todos los órdenes. A la vez, el FMLN, al incorporarse como partido político, ha participado en elecciones, cuatro de ellas para diputados y alcaldes, y tres para presidencial. Cabe destacar que el FMLN se ha constituido en la segunda fuerza electoral del país, de lo que se concluye que, el acceso al mando, tanto del poder ejecutivo como del legislativo, se puede obtener por la vía legítima del sufragio.

La principal lección que nos quedó a los salvadoreños es que hay que asegurar constantemente la efectividad del sistema político. Resulta claro que el único método confiable de sostén del sistema, es la democracia pluralista, que preserva el régimen de libertades y se asienta en el marco del estado de derecho. Como en cualquier dinamismo democratizador, las percepciones y opiniones sobre lo que ha ocurrido y lo que debería haber ocurrido, sobre lo que tenemos y sobre lo que aún no tenemos, sobre cómo hacer las cosas y de qué manera enfrentar los retos nacionales, son diversas, contrastantes y hasta contradictorias. Y, el hecho de que así sea reafirma que el régimen de libertades es una realidad en crecimiento.

Puesto en esta perspectiva, la conmemoración del 15° Aniversario del Acuerdo de Chapultepec, es una oportunidad para que nos veamos a nosotros mismos en el espejo de nuestra experiencia vivida y ganada, y también para compartir con la comunidad internacional los significados de este enriquecedor ejercicio histórico. La paz salvadoreña, igual que la guerra salvadoreña, tienen identidad irrepetible; no hay un caso nacional que sea semejante a otro. Sin embargo, las lecciones profundas siempre son compartibles, porque los hechos humanos están conectados a la naturaleza humana, que es el máximo vínculo global.

Durante el conflicto armado, muy pocos fueron los que vieron una posibilidad real de encontrar una solución negociada del mismo. Las imágenes que las partes tenían entre sí, la gravedad de los hechos que ocurrían en el terreno de las acciones bélicas, los intereses creados en la Guerra Fría y el encono acumulado en el tiempo, hacían casi imposible pensar en un entendimiento razonable que además fuera sostenible, pero eso fue lo que se dio en la medida en que se iban poniendo las piezas de los acuerdos sucesivos. Un proceso de paz, cualquiera que sea la naturaleza del conflicto que se trata de resolver, debe partir de algunos elementos básicos e indispensables, como ser, que las partes que estén en la mesa sean efectivamente las partes principales en conflicto; que se defina una agenda en la que estén comprendidos los puntos que hay que resolver, y que exista el apoyo tanto interno como externo, para que el proceso se desarrolle.

Todo esto se dio de manera gradual. La participación directa y permanente de la organización de las Naciones Unidas así como del grupo de países amigos fue determinante de los felices resultados obtenidos. Ahora, después de 15 años, las lecciones derivadas de la negociación política, unidas a las derivadas de los cumplimientos de los acuerdos y aquellas que son propias del ejercicio democratizador en marcha, forman una especie de caudal de conocimiento inmensamente útil para nosotros los salvadoreños y, que con las relatividades de cada caso, deben y pueden servir al menos, como valioso material de análisis y fuente de experiencias.

El fin político de la guerra, con su solución, sin vencedores ni vencidos, abrió posibilidades insospechadas de resolver problemas históricos tradicionalmente soslayados. Eso no podía hacer los acuerdos de paz que, en nuestro caso, tuvieron la virtud de limitarse en lo esencial a recomponer estructuralmente el sistema político.

Los grandes problemas socioculturales y socioeconómicos son la tarea principal de la democracia. Y progresar en forma coherente y sustantivamente en esa línea debe ser el compromiso de todos en El Salvador, del presente y del futuro. Muchas gracias.

Preguntas del auditorio

-Auditorio: Cómo se garantizó la seguridad de los negociadores del FMLN, teniendo en cuenta que hoy, por ejemplo, uno de los grandes problemas en Colombia es esto de cómo hacer para sentarse a negociar, dónde las condiciones de seguridad de ambos grupos se pueden garantizar.

-Embajador Rubio Funes: Lo que hizo el presidente Cristiani fue proponer que esas reuniones se llevaran a cabo en el extranjero, para garantizar la seguridad. Porque obviamente, en el inicio, había desconfianza entre las partes, entonces, la mejor forma era tener como garantía, en ese momento, a las Naciones Unidas, la OEA y el Papa; esos fueron los garantes. El Papa se hacía representar por la Iglesia Católica en El Salvador. Y así fue como las reuniones se realizaron fuera del país, la primera en México, la segunda en Costa Rica, la tercera en Caracas, otra en Ginebra, de nuevo se repiten otras en Costa Rica y México, pero nunca en territorio salvadoreño. ¿Cómo se hacía? En este caso, Naciones Unidas les daba un documento de identidad para poder salir, ellos salían de la selva, acompañados por la Cruz Roja, que era acompañada a su vez por representantes de gobiernos pertenecientes a los países amigos –incluida la Argentina–, luego se los llevaba hacia los aeropuertos y desde allí a los lugares de reunión fuera del país. Cómo ingresaban nuevamente a El Salvador, no me pregunten. [Risas] Se supone que, como Daniel Ortega estaba en ese momento en Nicaragua, ingresaban al aeropuerto de Managua y después, por vía terrestre, por las montañas, se internaban en territorio salvadoreño.

Y luego, cuando se firma la paz, uno de los acontecimientos más felices que hemos tenido en El Salvador es que, el cese del enfrentamiento armado no tuvo demoras. Es más, se pacta a partir del 1 de febrero de 1992, la paz se firma el 16 de enero, pero no hubo necesidad de esperar hasta el momento establecido para el cese, porque, desde el instante que se alcanza el Acuerdo de Nueva York el 31 de diciembre de 1991, ya no hubo enfrentamientos.

Y cuando en las siguientes elecciones se presentaron como candidatos a diputados y alcaldes, gozaron de la protección que tenía que darles el Estado.

Pregunta: Me gustaría que se explaye sobre la construcción institucional post firma de los acuerdos. Me parece muy interesante esto de la participación y la apertura política en el sistema salvadoreño. ¿Cómo se logra insertar a la gente en una dinámica democrática, después de tantos años de autoritarismo?

-Embajador Rubio Funes: Recordemos lo que decía yo antes: había un sector de la sociedad que estaba renuente a dialogar, y eran más partidarios de la vía militar. Pero en un momento comienzan a darse cuenta de que por ese camino no se iba a lograr nada, y la gente también empieza a cambiar su mentalidad en 1985, incluso antes, con el presidente Duarte. Sin embargo, no se pueden hacer modificaciones institucionales en el país, con excepción de las reformas que se llevaban a cabo en el ámbito económico, como la reforma agraria, la nacionalización del café, principal producto y riqueza del país, del azúcar, o la nacionalización de la banca. Se puede decir que en este ámbito, el de la economía, estábamos en un retroceso. Cuando asume Cristiani vuelve a privatizar, y arranca una dinámica distinta, pero, en lo económico. Ahora bien, lo económico debe ir unido a los institucional y a lo social.

El sistema electoral es un marco de reformas importante. Eso es lo que da confianza a la población, porque además, los salvadoreños asistimos a las primeras elecciones libres en 1982 bajo las balas, y no es broma. Cuando los salvadoreños acudíamos masivamente en la mañana a votar, elementos del FMLN pasaban por los centros de votación ametrallando, y la gente se tiraba al suelo. Pero el salvadoreño no salió corriendo, el salvadoreño se tiró al suelo, y cuando la ráfaga terminaba se volvía a levantar y se quedaba en la fila como si nada. Si uno ve en perspectiva lo que ocurrió en el país comprueba que el salvadoreño es una raza con mucho valor, porque en otras partes del mundo qué importaría que estén las elecciones... salgo corriendo y bueno.

De modo que cuando se dan las elecciones, ahí ya viene la principal reforma de la nueva etapa de El Salvador. Luego está el Poder Judicial, que también es reformado, pero que todavía requiere muchas otras reformas, lamentablemente el Poder Judicial es el que tiene la mayoría de las observaciones de parte de la población. Uno de los avances fue la creación de la Procuraduría General de los Derechos Humanos. Tenemos también, en el ámbito judicial, modificaciones al sistema de designación de jueces, ya nadie es elegido a dedo sino que interviene la asamblea legislativa del país, hay una mayor transparencia. La población, a través de Internet, tiene derecho a demandas públicas; en fin, hay una serie de facilidades que antes los salvadoreños no conocíamos.

Cuando miramos en perspectiva los acuerdos de paz de El Salvador, comprobamos que en donde más hemos ganado es en la democracia, porque nosotros no tuvimos democracia en 50 años. Entonces, del Partido Demócrata Cristiano que gana en 1984, puede que llegue el FMLN; en el momento en que el Frente llega a la presidencia y finaliza un mandato y, que a su vez el FMLN realice el traspaso de la presidencia a otro partido político, es cuando los salvadoreños habremos alcanzado el máximo desarrollo de la democracia. Hay una tendencia hoy día en América Latina de perpetuarse en el poder, en el caso nuestro eso sería fatal, porque nosotros tenemos una experiencia muy larga de ausencia de democracia.

Pregunta: Está visto que el FMLN se transformó en partido político. Me interesa saber su opinión, o si hay consenso en su país de que ese partido político (FMLN) tiene en la actualidad vocación democrática, es decir, los antiguos guerrilleros ¿son democráticos? Pensando en función de que se fortalezca la democracia.

-Embajador Rubio Funes: Voy a responder como ciudadano salvadoreño, no como embajador porque se me hace muy complicado. El FMLN tiene gente muy valiosa, muy preparada, gente que realmente tiene una dinámica democrática. Pero sin embargo quien ostenta el poder dentro de la cúpula del Frente, es el sector ortodoxo. Y cuando han habido intentos de la Línea Renovadora –así se llama–, que es gente joven, muchos que rondan los 40 años, inmediatamente son expulsados de las filas. Incluso en la última elección presidencial, no hubo elección interna como en el resto de los partidos. Pero ahí habría que entender por qué Schafik se impone, porque fue presidente del Partido comunista durante 21 años, militó. Él era un hombre de unos 70 años, y sabía que ese era su momento, porque la mayoría de la población salvadoreña es gente joven, en un 60%, y cuando llegara a los 75 ó 76 años, ya nadie lo votaría, porque la población joven se identifica con gente joven. Schafik lamentablemente cierra ese espacio democrático en el FMLN, habiendo gente valiosa en sus filas. Esto a su vez favoreció al partido de la oposición, porque el candidato no tenía señalamientos, era un hombre joven, que en la década del 70 recién estaba naciendo. En cambio Schafik sí tenía señalamientos, porque había sido parte de la guerrilla. Las cosas pesan a la hora de las elecciones, simplemente porque los candidatos empiezan a sacar los trapos al sol.

Si en algún momento la Línea Renovadora logra imponerse, estoy seguro que al menos habrá una correlación de fuerzas muy interesante; si domina la línea ortodoxa, no va a haber democracia.

La gente joven hoy en día ha tomado mucha conciencia de lo que es la democracia, y que tienen la obligación de defenderla. Esperemos que la línea ortodoxa entienda que tiene que haber una apertura.

En un mismo mes va a haber elecciones para diputados y alcaldes, y para presidente. Van a traer mucho dinero del exterior para apoyar a la ex guerrilla, ya sabrán de donde viene...

En El Salvador hay que valorar lo siguiente: tenemos una relación con los Estados Unidos, y sí o sí tenemos que seguir siendo socios, a diferencia de la Argentina, porque geográficamente la Argentina está lejos. Cuando nosotros iniciamos el conflicto en 1980 y hasta 1992 cuando se firma la paz, un millón de salvadoreños huyó del país, y éramos una población de cinco millones y medio; casi la cuarta parte de la población huyó de la violencia. Entonces, ese millón de salvadoreños se ha transformado en dos millones, porque el padre fue llevando al hijo, el sobrino al tío, y así. Y esos dos millones de habitantes salvadoreños en Estados Unidos son los que giran las remesas familiares, que es el principal ingreso del país, unos 3.000 millones de dólares anuales. La relación gobierno de EE.UU. con el que sea presidente de la república va a ser muy importante, porque tenemos unos 240.000 salvadoreños inscriptos en un programa temporal para poder trabajar en los Estados Unidos, que se renuevan cada dos años. El presidente Sacca tiene una excelente relación con el presidente Bush en este momento y por eso se logra una renovación automática prácticamente. Pero, eso lleva una labor de lobby tanto en el Congreso como con el presidente de la República. Así es como hemos obtenido esos 240.000 permisos. Pero no es tan bueno, porque sólo en este año también tenemos unos 1.300 salvadoreños deportados, que en su mayoría son jóvenes vinculados a pandillas que han cometido actos delictivos en los Estados Unidos. Ahora bien, cuando llegan al aeropuerto de El Salvador, se van directamente a sus casas, porque no hay un proceso abierto en su contra, y al día siguiente están delinquiendo. Y eso es lo que el gobierno de El Salvador está tratando de modificar, mediante un convenio con los Estados Unidos, para que la causa tenga una continuidad en El Salvador y puedan ser juzgados. Este es un problema bastante grave.

Creo que toda la violencia que surgió en mi país pudo haberse parado a tiempo, si no hubiesen habido tantos intereses. Porque sin dudas en un conflicto hay muchos intereses económicos; conflicto significa armamento, y armamento conviene a muchos países, es ingreso de cantidades impresionantes de dinero. Después se vuelve un negocio, como un modus vivendi. La mayoría de las empresas quebraron, pero otras salieron muy favorecidas y prosperaron.
La Hoja es una publicación del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires