Miércoles, 20 de Junio de 2007

IN MEMORIAM: Palabras del Presidente del Colegio pronunciadas en el entierro de nuestro distinguido consocio Dr. Julio Cueto Rua.

El 31 de mayo, con motivo del fallecimiento de nuestro distinguido consocio, Dr. Julio C. Cueto Rúa, el Presidente del Colegio pronunció las siguientes palabras.


Palabras del Dr. Enrique del Carril

En mi carácter de Presidente del Directorio del Colegio de abogados de Buenos Aires vengo a despedir a nuestro distinguido consocio Julio C. Cueto Rúa.

El Dr. Cueto Rúa fue un activo participante de la vida de nuestra corporación y supo responder al llamado cuando se requirió su colaboración. Así integro la Comisión de Derecho Constitucional durante muchos años y fue candidato electo al Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires por la lista propiciada por nuestro Colegio.

Pero fundamentalmente quiero resaltar el ejemplo que nos ha dejado de lo que debe ser un abogado. El Dr. Cueto Rúa no solo era un jurista de primera línea conocedor del Derecho, sino que conocía y practicaba las técnicas y habilidades del buen abogado con un objetivo bien preciso: la solución de los conflictos en beneficio de sus clientes y de las partes involucradas. En este sentido fue precursor y entusiasta propiciador de los modos alternativos de solución de conflictos en la Argentina como medios apropiados para dirimir los conflictos y buscar soluciones beneficiosas para los clientes.

Era un hombre adelantado a su tiempo. Fue precursor del estudio del Common Law en épocas que esa preocupación prácticamente no existía y también, fue un adelantado en propiciar métodos de enseñanza de la abogacía y del derecho que en los últimos años fueron y son utilizados en nuestro país.

Fue un abogado cabal, porque un abogado no es solamente un conocedor de la ciencia jurídica o de las técnicas de la profesión. Se es abogado cuando se tiene un profundo conocimiento humanista unido a la preocupación por la cosa pública y el bien común. Julio tenía esas cualidades y las demostró actuando en política orientándose siempre al pleno sentido de esa palabra, la preocupación por la arquitectura de las instituciones de la República. Todo eso fue Julio cueto Rúa y por eso nos deja un ejemplo a todos quienes ejercemos esta profesión.

Además de ello, Julio era un hombre cabal, seguro de sí mismo y de sus conocimientos pero con un trato cordial y una notable humildad. Personalmente no puedo decir que me cuento entre sus amigos íntimos por razones generacionales. No obstante quiero expresar que lo conocí, primero en su pensamiento a través de la lectura de sus obras jurídicas que influyeron en mi formación y en mis ideas sobre el mejoramiento de la Justicia y últimamente por haber compartido la actividad arbitral en un Tribunal que integré con él y pude percibir su sabiduría, su sencillez y sentido de justicia.

Fue un entusiasta y alentaba ardientemente a quienes encaraban toda actividad tendiente al mejoramiento de la Justicia y la Profesión, siempre estaba Julio apoyando a los jóvenes profesionales cuando encaraban este tipo de actividades.

Para quienes tenemos fe, sabemos que Julio goza de la Vida Eterna. Pero la experiencia de la Vida Eterna en esta tierra la tenemos con la presencia de su recuerdo y su afecto que seguramente vivirán sus familiares y que todos los abogados percibiremos como un ejemplo a emular.

Julio que descanses en Paz.
La Hoja es una publicación del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires