Martes, 20 de Marzo de 2007

152° Almuerzo de Confraternidad

Invitado: Joaquín Morales Solá

El 31 de agosto se realizó el 152o almuerzo de confraternidad, el invitado fue Joaquín Morales Solá quien se refirió a “La situación institucional de la República Argentina”, al finalizar su disertación, respondió preguntas formuladas por los asistentes.


Joaquín Morales Solá
Palabras del Dr. Enrique del Carril

Bienvenidos señores consocios. Hoy todavía celebramos el Día del Abogado, tres jornadas después. Y recordamos lo que decíamos el 28 conme­morando el nacimiento de Alberdi, cuando recalcábamos que Alberdi tuvo en su vida algo muy importante para la formación de los abogados, que es la preocupación por las instituciones. Siguiendo con esa línea alberdiana el Co­legio está reafirmando con acciones judiciales la defensa de las instituciones, con acciones directas y terminantes. Y hemos considerado importante invitar a este almuerzo a Joaquín Morales Solá, que creo no necesita una presenta­ción especial para valorar sus cualidades.

Lo hemos invitado porque admiramos su coraje en el ejercicio de la profesión periodística; creemos que Morales Solá es un defensor de las instituciones y no sólo en la presente coyuntura, porque las denuncias y apreciaciones que hace sobre el deterioro institucional de nuestro país, las viene haciendo desde antes del actual gobierno, lo que le da autoridad para hablar. Admiramos su objetividad y creemos que hoy nos puede ilustrar en esta preocupación que nosotros también tenemos por la defensa de la Cons­titución y de las instituciones políticas. Lo dejo en el uso de la palabra a nuestro visitante de hoy.

Disertación del Sr. Joaquín Morales Solá

Lo que haré es contarles cómo veo la política de Argentina en tres aspectos: en lo político-institucional, en lo económico y también en lo internacional, que a veces se deja de lado. Porque creo que no se puede analizar hoy la situación política, de ningún país del mundo, sin analizar también la economía y la situación internacional, que están muy relacionadas.

Empecemos por lo político-institucional, y seré frente a ustedes absolutamente claro y sincero: creo que estamos ante la consolidación de un gobierno que está profundizando la concentración del poder en muy pocas manos, y que ha promovido una devaluación de la democracia mediante dejos claros de autoritarismo. Y creo también que frente a eso no hay una oposición clara, eficiente y significativa numéricamente como para ponerle límites a ese poder que está devaluando a la democracia.

Esta práctica tiene algunos aspectos especialmente graves que voy a señalar. En primer lugar es el manejo en el Congreso de la Nación, una de las ramas de los poderes constitucionales. Por primera vez desde que la democracia regresó en 1983, veo que hay un gobierno que envía proyectos de ley al Congreso, en muchos casos sobre asuntos constitucionales, con la instrucción de que deben volver a la Casa Rosada sin modificarse ni una coma. Hasta Menem, a quien yo critiqué muchísimo en su momento, siempre dejaba un margen de modificación en las negociaciones lógicas y naturales que debe haber en el Congreso, primero en el bloque oficialista y después de ese bloque con la oposición. Este gobierno se ha dado el lujo de exigir que aún en cuestiones constitucionales -tal la instrucción del Presidente de la Nación- los proyectos deben regresar sin la más mínima modificación. Quien define cómo se ha de votar es una sola persona, el Presidente.

Cuando hace poco el señor D’Elía envió un proyecto de expropiación de tierras en Corrientes, anunciando además que en su Subsecretaría de Estado había millones de hectáreas en condiciones de ser expropiadas también, la posibilidad de saber si eso es cierto o no es la palabra de una sola persona, el Presidente de la Nación. Ése es el sistema democrático que estamos viviendo hoy.

Tenemos la otra rama de los tres poderes, la Corte Suprema de Justicia. Se puede disentir o no con la orientación ideológica de algunos miembros de la Corte, pero evidentemente el Poder Ejecutivo se ha llevado una sorpresa vista la independencia de esta Corte, y creo que la manera que ha elegido para neutralizar esa independencia es sencillamente anestesiarla mediante la no integración de su cuerpo. Ustedes saben perfectamente que se necesitan cinco votos de nueve, estamos con cinco votos de siete. Hay un miembro, el Dr. Fayt quien es persona mayor como para dedicarse full-time a la función, así que hoy virtualmente se necesita un acuerdo de cinco sobre seis, de manera que de un cuerpo que decide por mayoría simple pasamos a los dos tercios y ahora casi necesita unanimidad. El Poder Ejecutivo está muy contento con esto porque hace casi imposible a la Corte tomar decisiones, por lo menos en la medida de lo esperable y en la medida de lo necesario.

Aún así la Corte le ha dado algunos disgustos al Gobierno últimamente, como ha sido en el asunto de los jubilados, lo que va a tener una repercusión importante. En primer lugar porque le saca al presidente Kirchner los anuncios populares y rimbombantes que a él le gusta hacer para engordar las encuestas, y será la Corte la que se ha de atribuir eso si es que su decisión se cumple en algún momento. Con lo cual ha dejado al Presidente ante dos alternativas: o es insensible a la situación de los jubilados y no cumple la sentencia de la Corte, o la cumple y entonces tiene que resignar un porcentaje importante del superávit fiscal, que tanto le sirve para disciplinar a la política y a los sectores sociales. Ustedes saben que cuando se aumenta aunque sea un mínimo porcentaje de las jubilaciones, por la cantidad de beneficiarios que hay, se asume un compromiso serio para el presupuesto de la nación.

En este marco veamos un poco cómo está la situación electoral hoy. A pesar de todo, yo creo que si las elecciones presidenciales fueran hoy, la reelección sería un hecho, hoy Kirchner es imbatible. Lo único que está en discusión hoy en el Gobierno es si el candidato ganador será él o Cristina Kirchner. Muchos preguntan ¿por qué Cristina Kirchner? Hay algo de psicológico en la explicación de esto. Un Presidente que ha roto tantos puentes y que se ha enfrentado con tantos sectores y personas necesita crear, aunque sea en su imaginario, una perspectiva larga de poder. No nos olvidemos que hay una ofensiva de todo el gobierno contra la reforma de 1994 (esta semana lo ha hecho el Presidente en Mendoza). Si hacemos un seminario sobre dicha reforma, muchos vamos a coincidir en que no fue la mejor reforma que se debió hacer. Pero lo que debemos preguntarnos es si hoy están dadas las condiciones, con este gobierno que tiene las características de una democracia devaluada y plebiscitaria, como para abrir la Constitución de nuevo. La respuesta es que no están dadas las condiciones y que es mejor lo que tenemos que cualquier otra alternativa.

La promesa que hace el gobierno es regresar a la Constitución de 1853, y ¿qué significaría eso en términos de períodos eleccionarios? En el imaginario, porque esto es química no es política, significaría cuatro años del presidente Kirchner, cuatro años de su esposa con la reforma incluida en su mandato, y después los seis años de la Constitución de 1853 para el presidente Kirchner, en total trece o catorce años. En la Argentina cambian las cosas en seis meses, así que no podemos analizar seriamente esta probabilidad. Pero sí necesitamos conocerla para interpretar por qué Cristina Kirchner. Creo en conclusión que la única incógnita en la política hoy es si el próximo mandato será del presidente Kirchner o de su señora. Si está holgado electoralmente como para impulsar a Cristina Kirchner será ella, o si no está holgado el candidato va a ser él.

Dicho esto quiero hacer algunas salvedades; falta un año y dos meses para las elecciones presidenciales, que es mucho tiempo en la Argentina. Si tomamos desde las elecciones del 95 para acá, todas se han definido entre los últimos tres meses a tres semanas. En la elección del 2003, el actual Presidente no ingresaba al ballotage, ingresaban Menem y López Murphy. Hubo una fuerte intervención del entonces presidente Duhalde, que incluyó una gran campaña diciendo que dos ideas neoliberales iban a competir por la presidencia, impulsó a su ministro Lavagna a un apoyo manifiesto hacia Kirchner y al compromiso de seguir siendo el ministro de Economía, y todo eso modificó lo que las encuestas tres semanas antes daban, con un Kirchner fuera de cualquier posibilidad de acceder a la presidencia.


Lo que quiero remarcar es que falta un año y dos meses y repito, esto es mucho tiempo en la política argentina, y las cosas pueden cambiar. ¿Cuáles son los factores que podrían cambiar esta situación electoral de hoy? Creo que en primer lugar podría ser la ocurrencia de una crisis energética que afectara seriamente a la sociedad, o una crisis inflacionaria, o una crisis en el crecimiento de la economía. Porque una cosa es la felicidad que se vive hoy la sociedad argentina tanto en crecimiento como en tarifas de servicios públicos, y otra cosa es una sociedad con índices menores de crecimiento y con un sinceramiento en las tarifas de servicios públicos. Y por último un factor de cambio, algo no menor, sería algún escándalo de corrupción en el gobierno, cosa que no veo (no veo el escándalo).

Si en un año uno o más de estos supuestos se produjeran, podrían cambiar la dirección actual en lo electoral. En la oposición está cada vez más claro que en algún momento se tendrá que definir si van a convivir dos candidaturas, fundamentalmente la de Mauricio Macri y la de Roberto Lavagna, o si algún acuerdo implícito o explícito entre ellos los lleva a una sola fórmula. Creo que si los dos son candidatos, al final del camino le van a hacer un gran favor al presidente Kirchner. Hoy no se le puede pedir a Macri que baje su candidatura, porque Lavagna no es candidato todavía, y si lo fuera tampoco se le puede pedir eso, porque hoy Macri está mejor en las encuestas que Lavagna. Con ello creo que lo correcto en términos políticos sería que los dos, al menos por ahora, vivan sus candidaturas para que dentro de tres o cuatro meses -un período razonable-, se vea cuál está mejor y el segundo resigne su posición. Las otras candidaturas que pueden producirse, y que seguramente se producirán (Carrió, Sobisch, Menem), no son hoy problemas de dispersión para la oposición, pero sí lo sería que convivieran esas dos candidaturas, separadas, frente a Kirchner.

En Venezuela hemos tenido la experiencia en cuanto a cuál es la mejor forma de empujarlo al presidente Kirchner a una segunda vuelta, porque todos deducen (creo que el Presidente también), que él no pasaría una segunda vuelta electoral donde necesitara el 50% de los votos. Repito que es un debate inútil esto de si dos candidaturas son más eficientes que una para obligarlo a Kirchner a ir a una segunda vuelta. Creo que la experiencia de Venezuela y de muchos otros lugares del mundo, son un claro ejemplo de que una oposición mínimamente unida tiene más peso para llevar a una segunda vuelta, y no la atomización que hubo en Venezuela, donde Chávez ganó con el 45% de los votos y para el otro 55% había cinco candidatos. La cuestión es si la oposición va a tener los reflejos suficientes como para presentar una candidatura sólida, o si se va a fragmentar y le va a facilitar las cosas a Kirchner. Y hoy no existen elementos serios como para responder esta pregunta.

Yendo ahora a los aspectos económicos, yo soy de los que creen que la situación económica internacional es de bonanza estructural para la Argentina, no sólo cíclica -aunque pudiera tratarse de un ciclo largo- sino estructural en términos actuales y no cíclica como ha sido históricamente. Hay elementos nuevos en el mundo y en la economía internacional como para suponer que lo que la Argentina produce y vende, seguirán siendo durante mucho tiempo productos caros y demandados. Ahora ¿qué estamos nosotros haciendo internamente como para aprovechar esos vientos internacionales?

Allí estamos mal, tenemos un problema de inversión muy claro, y éste es un debate largo que he tenido con Lavagna cuando era ministro, porque Lavagna decía siempre que el porcentaje actual del 21 o 22% de la inversión sobre el PBI es bueno respecto al porcentaje histórico, y en eso coincidimos. El problema es el contenido de esa inversión, donde la construcción tiene un gran porcentaje, y ustedes saben que esa industria no es generadora de economía en el tiempo, se agota en la construcción terminada y punto.

Por otro lado hay mucha inversión de Pymes y ojalá sigan invirtiendo, pero está faltando la gran inversión, sobre todo en infraestructura y en energía. Y ahí tenemos un presidente que desconoce todas las promesas y todos los acuerdos que ha hecho, siendo que estas inversiones fuertes deben venir del exterior. Por ejemplo hoy existe un problema muy fuerte con el gobierno de España, porque nuestro Presidente no ha cumplido ninguno de los acuerdos que hizo cuando estuvo en Madrid en junio pasado, en materia de gas, de electricidad, de autopistas. Con una novedad: ha firmado todos los decretos, se han publicado, pero hay un Ente Regulador que se declara independiente y frena los decretos del Presidente (no es independiente, depende del Ejecutivo). Con esto le quiere mostrar al gobierno español que él cumplió pero un Ente le está frenando la aplicación. Todo esto sucede en estos momentos y afecta seriamente el clima de las inversiones.

A partir de las elecciones de octubre de 2005 el Presidente, así como en lo político ha pasado a ser mucho más concentrador de poder, en lo económico ha pasado a ser mucho más estatista que antes. Cuando él prometía cambiar todos pensamos que sería para bien, pero cambió para mal. El país está metido en un debate muy antiguo, tanto intelectual como político; se están debatiendo cosas que el mundo ya no discute desde hace treinta años. Me enteré en las últimas horas que se está discutiendo si los supermercados tienen que abrir los domingos o no. Uno escucha a los funcionarios del gobierno, y escucha lo que se debatía en la década del 70, en términos económicos, sociales, internacionales, y nota que la Argentina ha sufrido un retroceso enorme en su debate político y en su debate intelectual.

En este marco se incorpora la crisis energética, sobre la que hay versiones muy diversas, unas hablan del apocalipsis, otras hablan del infierno y otras del paraíso. Yo me dejo llevar por los hechos, hay algo que pasó inadvertido días atrás. Ustedes saben que los empresarios industriales de Córdoba -uno de los principales polos del país-, se reunieron para autorregularse y disminuir un 10% el consumo de energía. Esto se hace por dos posibles razones, una porque el producto sea caro (no es el caso de la Argentina), y la otra porque el producto comienza a escasear. Estos empresarios industriales ven que la escasez se aproxima y con estas decisiones tratan por lo menos de demorar la llegada de la crisis.

El otro obstáculo que tenemos para las inversiones extranjeras es la política de precios, que también tiene una peculiaridad, porque la Argentina ensayó todas las variantes en precios: acuerdos, controlados, semi-controlados, congelados. Pero en los tiempos pasados había por lo menos resoluciones del gobierno, hoy no hay nada. Los ejecutivos de empresas multinacionales informan a sus casas centrales que no pueden aumentar los precios en la Argentina, pero no pueden enviar ninguna resolución gubernamental en ese sentido. Tienen que informar que hay un señor que fija los precios, y si no los acatamos nos maltratan. Esto espanta a cualquier inversión en serio del exterior. De hecho hace diez días estuvo acá una delegación de empresarios franceses para proyectar inversiones, y decidieron postergarlas, en primer lugar porque no les dieron garantías sobre el suministro de energía, y en segundo lugar porque no saben con qué normas en materia de precios tendrán que manejarse. ¿Hasta cuándo se podrá mantener esta política de precios? Hoy ya acumulan un atraso de entre el 5 y el 6%, y lógicamente cada mes que pasa el atraso se acrecienta. Entonces la pregunta es si esa salida o sinceramiento -que tiene que llegar- será un proceso ordenado o desordenado, esto último como ha sido nuestra experiencia históricamente.

Vamos ahora a los aspectos internacionales, donde yo creo que hay un marcado aislamiento del país, por empezar con nuestros vecinos más próximos, Uruguay y Chile. Con Uruguay tenemos un problema que parece ya extinguido, pero que va a reaparecer, y de la peor manera. Los asambleístas de Gualeguaychú no están ahora en el puente porque es invierno, no hay turistas y además porque se enfermarían por el frío. Pero en cuanto vuelva la primavera vamos a tener otra vez todos los puentes cortados, con un agravante ahora, porque el año pasado el Gobierno podía aducir que había sido sorprendido por los cortes, pero esta vez no podrá decirlo. Por lo cual la tensión con Uruguay será mucho mayor, y el Presidente a este tema no lo va a encarar hasta después de las elecciones. No quiere el humo saliendo de esas chimeneas antes de las presidenciales de 2007 porque puede perder, no en Entre Ríos pero sí en Gualeguaychú, y él no quiere perder en ningún lugar. Aún a costa de una relación estratégica e histórica de la Argentina con Uruguay, y donde habría posibilidad de acuerdos que respeten las necesidades objetivas que tiene la Argentina de garantías sobre el río Uruguay.

Se agrega a esto un elemento nuevo en el Mercosur, que venía sin resolver ninguno de los problemas en serio que tenía, y que eran fundamentalmente los de sus dos países grandes, Argentina y Brasil; resolvía asuntos puntuales sin profundizar en las soluciones, y sin dar importancia a los países chicos. Ustedes saben que Uruguay el año pasado no pudo exportar arroz a Brasil, no pudo exportar bicicletas a la Argentina, y estamos hablando de cantidades que no afectan a los dos países grandes. Pues bien, se introduce ahora una dosis significativa de ideología en el Mercosur. Yo no conozco ninguna experiencia de unión comercial o de integración de países en el mundo que haya prosperado ideologizando el proyecto. El caso más avanzado de la humanidad es la Unión Europea, donde las ideologías están fuera de agenda, porque de otro modo hubiera sido imposible integrar a los países. Nosotros hemos ‘descubierto’ que ideologizar es la mejor forma de agregarle una experiencia nueva a la humanidad.

Y en este terreno el presidente Kirchner tampoco define en qué bloque está. Se habla mucho de las dos izquierdas en América Latina, yo no creo en las dos izquierdas, yo creo que existe claramente un bloque de países socialdemócratas, modernos, como pueden ser Brasil de Lula, Uruguay de Tabaré, como puede ser Chile de Lagos primero y de Bachelet ahora. Y después gobiernos claramente populistas en las palabras y en los actos, como los de Chávez y de Evo Morales. Éste últimamente ha avanzado no sólo en las palabras sino también en los actos, tanto que ya provocó la ruptura con la empresa Repsol y se están amenazando mutuamente con ir a los tribunales internacionales. Y Chávez que no deja de visitar a todos los impresentables del mundo y les da la mano y se integra ante ellos. En ese marco el mundo pregunta ¿dónde está el presidente Kirchner? ¿Está con los presidentes estos que respetamos, Lula, Tabaré, Bachelet, o está con los impresentables? Kirchner oscila entre ellos, pero pasa más tiempo con los impresentables. Y esto provoca también una gran desconfianza, en un mundo que tiene demasiados problemas como para detenerse mucho en los matices del Presidente argentino, convengamos. Hay en Medio Oriente una guerra y media, con lo cual los trazos que llegan a los países centrales del mundo son muy torpes, y muestran que Kirchner aún no se ha definido, así que hasta que eso ocurra no pensemos en la Argentina.

Con ese telón de fondo aparece la relación con Estados Unidos, una relación que el presidente Kirchner creo que ha decidido no recomponer después de lo de Mar del Plata. Aquello fue un acto oportunista, porque obviamente el presidente Bush está muy débil en las encuestas, y además está transitando los dos últimos de su presidencia, y ya no puede ser reelegido. Además, Estados Unidos es un país con muchos problemas en el mundo; decíamos que el mundo tiene problemas, bueno Estados Unidos es un protagonista fundamental de este mundo problematizado, y en primer lugar de esta guerra y media de Medio Oriente. Entonces el presidente Kirchner ha encontrado en este presidente débil y ocupado con muchos otros asuntos candentes, una treta para hacer cierto anti-norteamericanismo en la Argentina, que según él le aporta popularidad. Creo sinceramente que tampoco Bush tiene muchas ganas de reconciliarse con Kirchner en lo personal. A ese nivel yo creo que todo está definitivamente roto después de las dos reuniones últimas, en Monterrey (México) y en Mar del Plata. En ambas pasó exactamente lo mismo: una reunión bilateral donde se llevaron muy bien y se dijeron cosas muy buenas, y después un discurso ante el Plenario de la Cumbre, donde el presidente Kirchner dijo exactamente lo contrario de lo que le había dicho a Bush.

Si vamos a Europa no estamos mejor; tenemos problemas con España, con Francia por lo que pasó a raíz de Aguas Argentinas, pese a que ahora hay un intento de reconciliación de parte de Kirchner y sin novedades todavía de Chirac. Con Gran Bretaña se ‘malvinizó’ la relación inútilmente, con Italia es imposible mientras no se resuelva el problema de los bonistas que quedaron fuera del canje, que son 20.000 millones de dólares. Y con Alemania no podemos llevarnos muy bien hasta que no resolvamos el problema del Club de París, donde hay 7.000 millones de dólares en default. Nosotros decimos a todo el mundo que hemos salido del default, pero todavía tenemos 27.000 millones de dólares pendientes.

Esto crea muchos problemas y se traduce en la actitud que tuvo el G-7 hace poco en el BID. Se trataba allí un préstamo a la Argentina de 650 millones de dólares, para construir una red eléctrica en el norte del país, y el G-7 con la excepción de Francia se abstuvo, que es la manera que tiene de oponerse en el BID. Diciendo ¿por qué le vamos a dar préstamo al gobierno argentino para hacer obras que harían los sectores privados si en la Argentina existieran condiciones de inversión? Por lo cual, yo creo que si empezamos por lo local, por lo más cercano, y seguimos con lo que ha pasado después con Estados Unidos y con el G-7, tenemos que la Argentina está hoy en una situación de aislamiento como no estuvo en ningún momento desde 1983.

¿Esto es parte de una política del presidente Kirchner de llevarse mal con todo el mundo? Creo que no, creo que es la falta de una política exterior. La modificación del gabinete post-elecciones de octubre implicó también el reemplazo del canciller, y creo que hoy tenemos una cancillería anestesiada, con una política exterior sobre la que decide el Presidente leyendo las tapas de los diarios, ni siquiera leyendo sus páginas. Este es un elemento a ponderar para ver la política interior argentina en los próximos tiempos. Acá finalizo y después continuamos con las preguntas. Muchas gracias.
La Hoja es una publicación del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires