168º Almuerzo de Confraternidad, Invitado: Carlos Pagni

El 10 de mayo visitó al Colegio el periodista Carlos Pagni. En el marco de una nutrida concurrencia que colmó el Salón Biblioteca, el expositor se refirió a temas de actualidad nacional.


Exposición de Carlos Pagni


Durante el transcurso de su presentación, expresó que: “la Argentina está involucrada en una crisis política de duración ya bastante larga; fecharla es un desafío siempre controvertido, como lo es fechar cualquier proceso complejo; sin embargo, es evidente que el año 2001 es un hito. Cuando se cuente la historia de este ciclo, 2001 será una fecha de esas que nos explican la clausura de un orden y la apertura de otro sistema. Una crisis que por momentos amenaza con tener algunos rasgos de cronicidad y que expresa la caída, en aquel año 2001, no solamente de un gobierno, no solamente de un sistema económico ─que no sé si ha sido plenamente reconstruido─, sino además la caída de un sistema político que no se reconstruyó todavía.

El rasgo principal de este problema es la aventura de pronóstico muy reservado en la que se ha embarcado la sociedad argentina y, sobre todo, la dirigencia argentina; hablo de dirigencia en sentido amplio, no solamente la política. Es la aventura de hacer política sin partidos políticos. Un experimento extrañísimo al que nos hemos habituado por tanto insistir en él, pero que está evidenciando su patología, su desviación, en este proceso electoral que presenciamos. Gran parte de lo que pasa sólo es comprensible (hablo no solamente de las biografías de los actores, sino del juego en sí mismo) si se advierte que estamos ante un sistema político sumamente debilitado y que carece de estructuración partidaria.

Esto trae muchísimas consecuencias. A mi juicio hay una especialmente inquietante para la vida pública argentina, y es que las instituciones ─todos ustedes pertenecen a alguna─ generan una mediación entre el deseo y el objeto del deseo. La materia prima de la política es el deseo; si a ese deseo lo tengo que tramitar en un entramado organizativo institucional, voy a tener que desplegar determinadas destrezas, como por ejemplo darme una estrategia, registrar al otro, saber si el otro es un aliado o un obstáculo para la consecución de mi deseo, tendré que saber argumentar. Es decir, va a haber determinadas calidades que me van a hacer progresar en ese objetivo, si es que debo alcanzarlo dentro de ese entramado.

Si en cambio entre el sujeto y objeto del deseo no hay ningún tipo de mediación, ninguna instancia de negociación, de transacción, etc., tendremos que aquello que quiero me lo llevo. Digamos: ‘Me parece que los profesores que me han asignado en el colegio secundario son deficientes, tomo el colegio’. ‘Me parece que me están cobrando más impuestos que los razonables, tomo la ruta’. ‘Me parece que el Plan de Acción Social que me dieron es peor que el que le dieron al vecino, porque él está arreglado con el intendente, tomo la 9 de Julio’. ‘Me parece que el exhorto que llegó de Suiza no corresponde y es injusto, pongo los camiones en la Plaza de Mayo’.

Es decir, una de las consecuencias más llamativas e inquietantes en las que entró la vida argentina en esta experiencia de hacer política con muy baja institucionalidad, es que se ha convertido en el reino de la acción directa, inadvertidamente tal vez. Y muchos de los comportamientos electorales de los líderes políticos tienen que ver con la acción directa. El gobierno muchas veces ejerce sus actos de una manera similar a la acción directa: ‘Te portás mal, no te mando la plata’. Corremos el riesgo de convertirnos en una especie de sociedad de extorsionadores, donde aquel que tiene posibilidades de alcanzar su deseo implementa, con mayor virulencia y capacidad de bloque, un poder de facto. Y me parece que son los componentes de facto aquellos que están escondidos en toda democracia, aquellos de los cuales más tenemos que cuidarnos. Tal vez la síntesis de esto, que nos tranquiliza a todos respecto a lo generalizado de dicha costumbre o conducta, está representada en Moyano. Pero es un problema del cual Moyano es sólo una metáfora, no es el centro de imputación de todos los males.

Me interesa mucho destacar esto de la desestructuración; tenemos que ver qué raíces tiene. Tal carencia de estructuras no sólo la vemos en el mundo de la política sino también en el empresarial, en el sindical. Los propios sindicalistas acusan a Moyano de ser un gran egoísta, de arreglar y cobrar para él solo. No sé hasta dónde este panorama no tiene, paradójicamente, raíces en la década del noventa, que registró una gran expansión del individualismo en la Argentina. Eso lo dejo para la reflexión de ustedes. Lo cierto es que, a mi juicio, las condiciones de posibilidad de determinado tipo de liderazgo, como es el de los Kirchner, se explican solo porque todavía no han sido restauradas las ruinas del sistema anterior. Con esto estoy dando lo que en el fondo es un pronóstico; si no se reconstruye el sistema, es muy probable que estos liderazgos sigan teniendo una razón de subsistencia. Porque no son una causa de la política, son más bien una consecuencia de lo que ha pasado. Y no hablo solamente de la reelección de la Presidenta, que a mi juicio se sostiene en que estas ruinas siguen estando allí, sino de cualquier otro liderazgo que pueda emerger en el futuro con las mismas características, porque es muy compatible con este tipo de desarticulación, de invertebración.

Carlos Pagni sostuvo también que: la sociedad argentina, debilitada en la política, encuentra que es un sistema aceptablemente funcional, un sistema en el que uno manda y los demás obedecen. Eso fue Kirchner, como fueron tantos otros en nuestra historia, es algo repetido, no tan novedoso. El problema que apareció es que Kirchner había dejado de reunir el consenso que aparentemente tenía, con una derrota electoral importante en el año 2009, cosa que había puesto al oficialismo en el peor de los mundos. Este peor de los mundos en estos términos es el que se presenta cuando yo pertenezco a un partido, a un grupo político, donde hay un líder determinante, que ejerce su poder de manera inevitable, pero que a su vez ese líder es el más impopular fuera de ese club. Ese es un cuadrante endiablado donde es muy difícil moverse; es el mismo cuadrante en el que estuvo el peronismo entre el 97 y el 99 con Menem, también un líder muy determinante que tenía enormes dificultades para hacerse reelegir. Si me lo saco de encima tengo un costo enorme, que probablemente represente la derrota, y si no me lo saco de encima voy a la derrota.

En este problema estaba el oficialismo cuando lo resuelve la biología con la muerte de Kirchner. Su muerte representó para el oficialismo la liberación de un enorme pasivo, porque Kirchner acumulaba un nivel de negatividad tan grande que era probable que lo llevara a una derrota electoral, sobre todo en un régimen con ballotage. Si a mí me preguntaban en agosto del año pasado qué ocurriría entre ese momento y octubre de este año, yo aseguraba que iba a haber cinco crisis, porque estaba operando Kirchner. La cabeza de Kirchner era huracanada, que generaba crisis arbitrariamente. Quizás la última que podemos recordar, muy llamativa, es la del Banco Central, entre noviembre de 2009 y marzo de 2010. Fueron cuatro meses en los que hubo una gran salida de capitales, por haberse planteado un conflicto de esa dimensión solamente para conseguir por decreto algo que hubieran conseguido muy fácilmente por ley. Otra, la crisis modélica, que todavía los que la llevaron adelante no se la pudieron explicar, es la crisis del campo.

Ya sin Kirchner desaparece ese factor, la viudez produce un estado de empatía que beneficia a la Presidenta, y a su vez ella aprovecha la nueva circunstancia cambiando su discurso, no su operatoria. Los conflictos siguen siendo iguales o peores, pero el discurso es distinto. El último discurso importante que pronunció la señora Cristina, el de apertura de sesiones ordinarias del Congreso el 1º de marzo, nos permite ver por primera vez una pieza oratoria significativa de este gobierno donde no se denuncia un enemigo ni una conspiración. Y hay una especie de lifting sobre el gabinete, una operación de magia por la cual se logró cambiar el gabinete sin cambiar los ministros. Y ahora las figuras más vapuleadas (De Vido, Aníbal Fernández, Moreno, etc.) están como retirados de la luz pública ─no quiere decir que no actúen─, en beneficio de una especie de equipo de jóvenes técnicos, entre ellos Boudou, Marcó del Pont, Abal Medina, La Cámpora. El viejo gobierno ha sido reemplazado por este nuevo gobierno juvenil, como si en el día de la muerte de Kirchner se hubiera iniciado realmente el gobierno de Cristina.

Por supuesto que el gobierno no entiende que estas son las razones por las cuales ha mejorado en las encuestas. Lo que yo estoy diciendo es una especie de sacrilegio, el gobierno entiende otra cosa, que me parece que debe analizarse, porque de su forma de entenderlo se desprenden algunas de las características del proceso. El kirchnerismo se cree hoy que hace un milagro; ese milagro consiste en que la muerte de Kirchner, entendida como la muerte de un militante que dio la vida por una causa, produjo un efecto emocional sobre la sociedad que permitió (lo voy a decir en palabras de Verbitsky que es el mejor vocero de este gobierno) que por la vía de los sentimientos las cosas volvieran al curso de la racionalidad. Textualmente, la muerte de Kirchner fue el chasquido que despierta a un hipnotizado, y permitió una conexión entre la sociedad y el gobierno que desbarató la trampa mediática que, con Clarín a la cabeza, venía elaborando una gran tergiversación que no dejaba captar cuál era la calidad de este equipo.

Así está pensando el gobierno en estos momentos, de lo que se desprenden muchas consecuencias. La primera es que si de aquí nos viene la savia de la vida hay que insistir con esto. La enorme autoridad que ejercía Kirchner sobre su grupo político, primeramente sobre su mujer, lo cual los hacía presumir que había una hoja de ruta que él tenía escondida vaya a saber dónde, y que llevaban a algún lado aunque las medidas que tomaba fueran muchas veces muy irracionales, esa autoridad fue reemplazada por una especie de receta ideológica, light, a la que apuesta el gobierno viéndola como el motivo de su recuperación. Esto tiene una consecuencia muy importante, sobre todo para la economía. Quiere decir que podemos cambiar sin corregirnos. No era cierto que se necesitaba una gran autocrítica y una reorientación de nuestra política: estamos recuperándonos en las encuestas sin haber corregido nada.

La segunda consecuencia es que, si esta es la verdad, si Néstor como dice un blog kirchnerista “murió porque el cuerpo le quedó chico”, entonces es él el último protagonista de esta saga que estamos viviendo y por lo tanto es Cristina la depositaria de su legado, el gran sujeto electoral. Esta mañana me lo explicaba alguien del gobierno al decirme que no admiten ninguna cooperación ni adhesión que pueda hacer creer que ella necesitó de alguien para ganar. La campaña de Cristina Kirchner hoy se basa en la prescindencia relativamente aceptable de gran parte del aparato peronista, y del aparato oficialista. A los gobernadores se les dice que pongan la fecha de elección que quieran, porque la Presidenta se relaciona ya directamente con la sociedad de sus provincias. Y si querés una prueba de que la Presidenta no necesita de los aparatos provinciales mirá lo que le pasó a Brizuela y fijate cuánto vale un aparato provincial si la que se pone enfrente es Cristina ante Das Neves. Si yo soy Alperovich no me gusta lo que le pasó a Brizuela o a Das Neves, porque en el fondo me están mostrando que yo también puedo ser prescindible más adelante.

De los intendentes ni hablemos, porque con el sistema de listas de adhesión colectoras, etc., todos se ven amenazados, en la Provincia de Buenos Aires por lo menos con perder el Consejo Deliberante. Porque el señor Sabatella va a poder ir con un producto, Cristina, que no se va a vender en la red de distribución habitual de ese producto, que era el peronismo. El señor Concejal que va con Sabatella y lleva la lista de Cristina en Tres de Febrero, por ejemplo, ¿qué argumento podrá utilizar para que yo vote a Cristina a través de Sabatella y no lo vote a través de Curto? Que Curto es un delincuente?, es decir, la argumentación de la colectora no es solamente un problema de física electoral, hay un problema discursivo. Estas colectoras van a buscar su legitimidad al vapulear, vituperar, al que se suponía que era el corazón de este modelo político con Scioli a la cabeza.

Ni qué decir de los sindicalistas. Por primera vez en su historia en este ciclo la CGT fue allanada por un juez federal. Por primera vez en la historia, con un gobierno peronista, van presos dirigentes sindicales de mucha importancia. Fue preso Zanola, que es un ícono de la vida sindical, Pedraza, puede ir preso Moyano (él supone que sí). Cuando los sindicalistas le preguntan a De Vido por qué está pasando todo esto, si es que la Presidenta los eligió como blanco, De Vido les dice ‘no es con ustedes, Zanola tenía una obra social a través de la cual le robaba al APE y además se le escaparon dos medicamentos adulterados.’ Y ellos se miran y se dicen ‘pero todos tenemos una obra social que le roba al APE y a la que se le pueden escapar medicamentos truchos.’ ‘Pero Pedraza no es como ustedes, él tiene una patota, se les escapó un balazo…’ Y los otros piensan ‘Nosotros también tenemos una patota y demás’. Lo que está entendiendo el sindicalismo hoy es una agresión al modelo, por decirlo con términos de moda.

Esto a mi juicio es muy relevante, no por el curso de la elección, es muy relevante si cambiara en el gobierno la percepción del triunfalismo. Es muy relevante inclusive para después, si el gobierno gana. Porque quiere decir que hay cada vez más gente muy importante dentro del oficialismo (De Vido, Aníbal Fernández, intendentes del conurbano, gobernadores, sindicalistas) que se plantean una pregunta que nunca se hubieran planteado con Néstor: “si gana ella, realmente gano yo? ¿Ayudando al triunfo de ella estoy en realidad alimentando lo que en el futuro va a ser mi final? Esta coalición gobernante tan diversa, que contiene a Menem y a Hebe de Bonafini, a Sabatella y a Insfrán en el norte, se sostiene hoy en base al pronóstico electoral de que Cristina gana. Se sostiene en que hay un caballo al que hay que apostarle, se sostiene en las encuestas. Interesa porque si esto cambiara de acá a octubre, o si después de octubre no se diera ese pronóstico electoral, porque no haya reelección, o bien tendrán que buscar una fórmula para resolver este problema ─y ahí yo anoto lo de Diana Conti, “Cristina eterna”─ y lo tomo en serio, con todas las consecuencias que deberíamos sacar de un intento de reforma constitucional en el clima mental de La Cámpora. Esa reforma no sería seguramente la del 94, donde lo primero que no se tocaba era la parte dogmática. Si Cristina no pudiera darle a su grupo la ilusión de eternidad, me parece que va a haber ruidos ahí adentro, y estas placas tectónicas se harán notar cada vez más, sobre todo si vislumbramos el futuro que le espera a la economía argentina.”
La Hoja es una publicación del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires