Día del Abogado - 29 de agosto de 2009

Se celebró el Día del Abogado

El pasado 27 de agosto se celebró el Día del Abogado, presidió el acto, el titular del Colegio, doctor Enrique del Carril, quien estuvo acompañado por el Secretario, doctor Héctor Huici, el Tesorero, doctor Esteban Carcavallo, y el doctor Horacio García Belsunce. Al comenzar el acto se rindió un homenaje a nuestro consocio Segundo V. Linares Quintana, por haber cumplido 100 años y 75 años como socio del Colegio. En la Parroquia Mater Admirabilis tuvo lugar la misa en acción de gracias por los socios fallecidos durante el Ejercicio.


Palabras del Dr. Enrique del Carril


Estimados consocios, distinguidos familiares. En este día en que conmemoramos el nacimiento de nuestro patrono Juan Bautista Alberdi, solemos referirnos a lo que su figura significó para nuestra profesión y para nuestro país. Pero en esta ocasión, sin olvidar a nuestro patrono, quiero extender el homenaje a nuestra Institución y a los socios que durante casi cien años la han sostenido y engrandecido. El signo que los fundadores eligieron para nuestro Colegio es la hoja de ese noble árbol que es el roble. Noble por su belleza, su resistencia, y sobre todo por su longevidad. Quisieron decirnos nuestros fundadores, que esperaban del Colegio firmeza en sus convicciones, fortaleza en la defensa de la República y nobleza en el fomento del ejercicio de la abogacía, como herramienta de pacificación y consejo a nuestros clientes.

En estos años tuve el honor de ejercer la presidencia del Directorio y pude comprobar la particular manera en que estas virtudes se encuentran presentes en el diario quehacer del Colegio. Pero también tiene un especial significado el día de hoy porque homenajeamos a un socio, que con su trabajo tenaz por nuestra doctrina jurídica y por nuestra profesión, al cumplir su centenario en plena actividad, es un símbolo vivo de nuestra hoja de roble, el Dr. Segundo Linares Quintana [aplausos].

Días pasados las Academias le hicieron un merecido homenaje por su actuación en esas corporaciones dedicadas al desarrollo y profundización de la ciencia. Hoy nosotros lo distinguimos como abogado. Ello me llena de emoción, porque tuve el privilegio de conocer y aprender mediante él, aspectos fundamentales en el ejercicio de la profesión, hace ya 35 años en las tareas de asesoramiento a una Cámara empresaria donde yo trabajaba.

En estos momentos me viene a la memoria un párrafo del escritor Arthur Koestler, en la novela Espartaco, donde describe a uno de sus personajes diciendo: “Era abogado, y por lo tanto conocía las tramas y complicaciones del alma humana, conocía su codicia y su serena necesidad de prudencia”. Trabajar junto a Linares Quintana en la preparación de una reunión con importantes empresarios, en la elaboración de un dictamen o en la participación en conflictivas paritarias laborales me permitieron reconocer en él ese conocimiento del alma humana, de sus virtudes y sus bajezas, que lo llevaban a encontrar siempre la palabra justa, ejercer el silencio –que era atención y escucha– y dar el consejo prudente y necesario para limar asperezas y encontrar soluciones.

Pero por sobre todo, distinguí en el Dr. Linares Quintana su medalla más preciada, que brilla sobre todos los honores que ha merecido: su inmensa calidez humana desplegada ante quien se relacionaba con él sin distinción de jerarquías ni cualidades, esa virtud que no es otra cosa que el mandato evangélico de amor al prójimo.

Doctor Linares Quintana, el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires le agradece habernos honrado con su asistencia durante su larga vida. Muchas gracias.

Dr. Horacio García Belsunce


Señor Presidente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, señores miembros del Honorable Directorio, señor Presidente de la Academia Nacional de Derecho, señores magistrados, consocios, señoras y señores. A manera de parafrasear el tango, diría que “sesenta años no es nada” si se alude a la connotación temporal de esa cifra referida a instituciones que están llamadas a tener una vivencia que agrupe en el tiempo a los mortales que las integramos.

Pero 60 años en la vida de un hombre representan más de la mitad de su existencia física, lo que equivale a decir que lo toman muy cerca del ocaso. Pero ello no debe amilanarnos, sino por lo contrario alentarnos a tomar fuerzas y a enfrentar las situaciones que la vida nos presentará en su constante e impredecible devenir. Así asumimos nuestra postura frente a este simpático acontecimiento de la recordación de los 60 años como socio del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires. Pongamos en claro que no se trata de un premio o distinción que corresponda a actividad u obra alguna; es un recordatorio a la supervivencia, que no depende de nosotros. Por eso, ¿a quién hay que dar gracias de haber hecho posible esta circunstancia? Es a la Divina Providencia que ha querido tenernos hoy como actores.

En 1959 la Federación Argentina de Colegios de Abogados instituyó el día 29 de agosto, fecha del nacimiento de Juan Bautista Alberdi, como Día del Abogado, en reconocimiento a la excelencia del gran jurista tucumano cuya obra es, no sólo la más sobresaliente en ciencia política y derecho constitucional en su época, sino también la de mayor trascendencia en la formación institucional de la nación.

La abogacía es un arte en cuanto son ilimitadas las posibilidades que deja a la aptitud creadora del hombre que la ejerce. El derecho no es estático, ni se consume en las normas positivas que lo expresan. El abogado en el ejercicio de sus defensas, el magistrado en la aplicación de las normas, y el jurista en la investigación y el estudio para el perfeccionamiento de ellas, tienen un amplio campo de acción para crear derecho, interpretar el existente y propiciar su mejoramiento, en cualquiera de los órdenes tan variados que ofrece el título de abogado.

La abogacía como política es la disciplina de la libertad dentro del orden; como ética es un constante ejercicio de la virtud, decía Couture, y agregaba que “el abogado puede hacer de su mettier la más noble de todas las profesiones, o el más vil de todos los oficios”.

Si antes he dicho que el derecho no se consume en la norma positiva, es porque la regla de conducta, que tiene un contenido normativo resultante de los procedimientos constitucionales señalados para la sanción de las leyes –y que por eso merece el nombre de ley formal y material–, no siempre es constitucional. Porque dado el principio de legalidad, debe cumplirse también con el principio de razonabilidad. A las garantías del debido proceso legal objetivo o formal expresadas en los principios constitucionales que aseguran la defensa en juicio, la existencia de ley previa y el sometimiento a los jueces naturales, se agrega esa garantía innominada del debido proceso sustantivo, que es la regla de la razonabilidad, parámetro de justicia en el que se enmarca la actividad estatal que, para ser constitucionalmente válida debe ser razonable, como lo han declarado nuestros tribunales.

Se ha superado aquel concepto que Pío Baroja puso en boca de uno de los personajes de El tablado de Arlequín cuando decía: “Ya que no has sido para nada útil, estudia para abogado”. Ángel Ossorio y Gallardo en su libro El alma de la toga destruye ese concepto sin decirlo, cuando expresa: “No trabajéis sólo por el indispensable mantenimiento ni por la riqueza. Sin desdeñarlos (pues ello sería necio) trabajad primordialmente por hacer el bien, por elevaros sobre los demás, por el orgullo de tener un cometido trascendental. Creed, es mal trabajo el que se ejerce sin lucro, pero el que se arrastra sin fe es mil veces más angustioso, porque tiene todos los caracteres de la esclavitud”.

A esto quería llegar, a la necesidad de tener fe en el derecho, en la justicia, como valor supremo que se realiza a través de aquél, y poner uno y otra al servicio de la libertad del hombre, libertad que va a encontrar a través de las instituciones libres, y para ello nada tan indispensable como luchar por el imperio de la Constitución, que consagra la forma republicana, representativa y federal. Es el sistema del justo medio, del justo equilibrio, donde el poder del Estado se limita frente al individuo, y donde también los poderes del individuo se limitan frente a los demás, como así los del pueblo se limitan frente al Estado, ya que no puede peticionar sino por medio de sus representantes.

Es sólo con el régimen republicano, con el sistema pluralista del cual la democracia es un medio para llegar a concretarlo, que podremos defender el valor supremo de la libertad, objetivo de nuestro quehacer como hombres de derecho. La libertad, como idea y como institución, es el bien supremo que Dios ha legado a la humanidad. Ya decía Cervantes por boca de Don Quijote: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos. Con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra y el mar encubre. Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida y por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.

Frente a la realidad del tiempo y del lugar en que vivimos, estas ideas y los conceptos que la expresan cobran actualidad. Tenemos un gobierno bicéfalo, uno en el poder nominal y el otro en el poder real, lo que constituye una patología política y jurídica a la que debe ponerse fin por las vías constitucionales existentes para resolverla. Si en nuestro pasado histórico hubo un presidente de la Nación que dijo “quiera el pueblo votar”, hoy hay que exigir “sepa el pueblo votar”.

Que la Divina Providencia ilumine a los argentinos para que este anhelo se convierta en realidad. Muchas gracias.

Dr. Enrique del Carril


Antes del cóctel unas pocas palabras, para decirles que el Colegio de Abogados está haciendo un esfuerzo importante en materia de la reforma del Consejo de la Magistratura, porque consideramos que es un elemento esencial para garantizar la independencia de nuestra justicia.

El martes 1º habrá unas jornadas en la sede de OSDE, en Leandro Alem 1067, organizadas por nuestro Colegio y por el Diario La Nación, a las cuales están todos invitados. Nos gustaría que estén allí, porque van a hablar sobre el tema políticos y constitucionalistas, y vamos a comentar el Proyecto de Ley que hemos elaborado con el Directorio y que en este momento hemos presentado a las Cámaras Legislativas y a distintas instituciones. Muchas gracias por su presencia en este significativo acto.

Entrega de Distinciones a los Socios

Más de ciento cincuenta personas asistieron al acto que ese mismo día a las 18.30 horas se inició en la sede del Colegio. Como es habitual se entregaron medallas a los socios que cumplieron, 60, 50, 30 ó 25 años como miembros del Colegio, y a quienes celebraron 60 ó 50 años en el ejercicio de la profesión.

75 AÑOS COMO SOCIO

Segundo V. Linares Quintana

60 AÑOS EN LA PROFESION

Eduardo Aguirre Obarrio
Norberto Rafael Armando
Juan Carlos Brandan
Miguel Mario Costa
Rubén Cotella
Horacio Pedro Fargosi
Jorge Roberto Hayzus
Vicente Eugenio Lapadula
Raymundo J. P. Podestá Wilmart
Carlos Jorge Priani
Alberto José Rodríguez Galán
Jorge Luis Sabaté
Jacques Jorge Wilson-Rae

50 AÑOS EN LA PROFESION

Martín Antonio Aberg Cobo
Andrés Juan Badessich
Carlos Alberto Barbosa Moyano
Eduardo Agustín C. De Zavalía
Héctor María Enz
Manuel Jorge Mariño
Juan Pirolo
Wenceslao Tejerina
Carlos Alberto Varela Olid

60 AÑOS COMO SOCIO

Horacio A. García Belsunce

50 AÑOS COMO SOCIO

Carlos A. Basílico
Eduardo Agustín C. De Zavalía
José María Díaz Couselo
Pedro N. Sadler
Luis María Suardi

30 AÑOS COMO SOCIO

Eduardo Federico Ansaldo
Norberto Rafael Armando
Miguel Norberto Armando
Armando Augusto Baistrocchi
Rodolfo Carlos Barra
Mónica N. Catani
Luis J. Fernández Cronenbold
Jorge Nicolás Labanca
Patricia Susana López Aufranc
Carlos Juan Mignaquy
Guillermo Jorge H. Mizraji
Ernesto Gustavo Niethardt
Osvaldo José Norte Sabino
José María Orgeira
Gabriel Pérez Junqueira
Heriberto Angel Raggio
Fernando Ignacio Saravia
Ricardo Vicente Seeber
Guillermo Orlando Teijeiro
Esteban Ramón Ymaz Cossio

25 AÑOS COMO SOCIO

Sixto Edwin Bayer
Lidia María R. Garrido Cordobera
Eduardo Francisco A. Martiré
Mario Jorge Pochat
Ricardo Urbano Siri
Guido Santiago Tawil
Daniel Armando Zaffaroni

Nómina de socios fallecidos durante el último año: Andrés Julio Buey Fernández, Saturnino H. Huici, Jorge Emilio Petersen y Horacio H. Pozzo


Día del Abogado - 29 de agosto de 2009



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La Hoja es una publicación del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires