Miembros de la Comisión de Jóvenes en el mundo

Desde Taiwán, escribe Andrés Echevarría


Como consecuencia de haber recibido una beca otorgada por el Ministerio de Educación de la República de China (Taiwán), me encuentro actualmente residiendo en Taipei, la capital de este país.

El programa consiste en un curso intensivo de Chino de un año de duración y posteriormente la obtención de un título de postgrado. Esta beca se otorga en Argentina una vez por año a sólo un candidato y el proceso de selección está a cargo de la Oficina Comercial y Cultural de Taipei en Argentina.

Taiwán no cuenta con un consulado en Argentina dado que estos países no mantienen actualmente relaciones diplomáticas en el carácter de estados, debido a la situación política de Taiwán en relación con la República Popular China (China continental) .

Actualmente me encuentro cursando el Programa de Chino Mandarín de la Universidad Nacional de Taiwán, la misma ranquea número uno en Taiwán y entre las mejores de Asia. Adicionalmente, participo de una serie de actividades extracurriculares como establecer activamente contactos con las principales universidades de Derecho, estudios jurídicos, colegios de abogados y empresas para contar en el futuro con una red que permita planear actividades en conjunto con nuestro Colegio o con otras instituciones afines en Argentina y de esta manera estrechar los lazos entre nuestro país y Asia en áreas en las cuales la relación es actualmente casi nula.

El Derecho chino está sorprendentemente occidentalizado en ciertas áreas, especialmente en el la rama comercial y, si bien el idioma oficial es el Chino Mandarín, el uso de Inglés para transacciones estándares es bastante frecuente.

Asimismo, he observado un creciente número de abogados extranjeros que realizan programas de entrenamiento en estudios jurídicos asiáticos bajo el título de foreign associate, práctica no poco común en los países occidentales.

Estas observaciones nos auspician un terreno más allanado para establecer relaciones entre dos mundos jurídicos que a primera vista son irreconciliables, y rompen en cierta medida el mito de la barrera impenetrable a la cultura china.

No caeré en la falacia de decir que nuestras culturas son perfectamente compatibles, de hecho no sólo el conocimiento del idioma chino es muchas veces indispensable y la traducción precisa en ocasiones imposible, sino que también muchos aspectos de la cultura china sólo pueden ser comprendidos por la experiencia en el seno de la misma.

Pero quizás las décadas por venir requieran que no abramos a la influencia de nuevas culturas alternativas a las culturas que nos han influenciado tan fuertemente en este último siglo, mientras somos testigos de un cambio en los ejes del poder en mundo moderno.
La Hoja es una publicación del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires